Las sanciones de Estados Unidos a una filial de la petrolera rusa Rosneft han desembocado en una declaratoria de “emergencia energética” por parte de Nicolás Maduro. Con esta medida y una reestructuración de Petróleos de Venezuela (PDVSA) el líder chavista enfrenta uno de los golpes más duros que ha dado Washington para presionarlo a pactar una transición política en Venezuela. Maduro encargó la petrolera estatal a Tareck El Aissami, su vicepresidente de economía y hombre de confianza.
“He traído dos decretos que marcarán el presente y futuro de la industria petrolera, dos decretos que he redactado personalmente, en base a las condiciones geopolíticas actuales, estudiando las agresiones del imperialismo, porque se amerita una adaptación de nuestros planes. Estos decretos los he pensado muy bien para esta nueva etapa”, ha dicho Maduro ante un consejo de trabajadores en la sede de PDVSA en Caracas.
En la reestructuración anunciada, el militar que actualmente dirige la empresa estatal, Manuel Quevedo, continúa al frente pero bajo el mando de una nueva comisión, que tendrá poderes plenipotenciarios y a la que también ha sumado al ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, entre otros funcionarios. “No acepto más excusas, producimos o producimos”, dijo.
En 2019 el Gobierno de Trump impuso sanciones que suprimieron la venta de petróleo a Estados Unidos -hasta entonces, el mayor comprador del crudo venezolano- y también limitaron las transacciones de empresas estadounidenses con PDVSA, a excepción de Chevron. En ese momento, la producción de petrolera se encontraba por debajo del millón de barriles diarios, luego de años de desinversión y una voraz corrupción que llevaron a la industria al colapso. Ese torniquete de sanciones a los ingresos de Maduro, hizo que Rusia se convirtiera en el principal comercializador del petróleo venezolano a India y China. Rosneft manejó la mitad de los reducidos despachos en los últimos meses, según Bloomberg. Con el golpe a la filial rusa, el régimen chavista vuelve a quedarse sin logística para vender el crudo de PDVSA y sin flujo de caja.
Maduro ha asegurado este miércoles que ha recibido “ofertas de inversión” por más de 25.000 millones dólares en proyectos de producción de petróleo y rehabilitaciones de refinerías, pero no dio detalles. La nueva promesa de aumentar la producción resulta titánica en las condiciones actuales de su Gobierno, que atraviesa su séptimo año de contracción económica. No ha podido desacelerar la hiperinflación y mantiene condenadas a las regiones del interior del país a la escasez de bienes y de combustible y a los apagones.
En 2017, Maduro reestructuró PDVSA en dos ocasiones. En ese momento por primera vez incorporó a un militar en la gerencia de la estatal, si bien la producción siguió en picado. El Aissami ha sido una figura recurrente en los momentos más críticos de líder chavista, como cuando el país entró en suspensión de pagos. En ese momento, fue el encargado de negociar con los tenedores de bonos, pese a estar incluido en la llamada Lista Clinton por sus presuntos vínculos con el narcotráfico y el terrorismo y ser señalado como uno de los hombres más buscados por la justicia estadounidense.