Italia, que está tratando de frenar un repunte de la pandemia de coronavirus, pidió nuevos “sacrificios” a los italianos para garantizar el retorno de los alumnos a las aulas en septiembre, ante la preocupación por el aumento de contagios entre los jóvenes.
“En menos de un mes tenemos que abrir las escuelas y las universidades. No podemos equivocarnos (…) Todo depende de nuestra conducta, y todos, empezando por los jóvenes, debemos tener atención”, anunció el ministro de Salud, Roberto Speranza, en una entrevista al diario La Repubblica.
El ministro ordenó el domingo el cierre de las discotecas y de todos los lugares de fiesta nocturna, exigiendo además el uso de mascarilla por la noche en todo lugar público.
El uso de una mascarilla será obligatorio en las plazas, en los parques o en las terrazas de los cafés desde las 18 horas y hasta las 6 de la mañana.
“Es un sacrificio”, reconoció el ministro, “pero es inevitable, es un reto que tenemos que asumir para poder abrir las escuelas” el 14 de septiembre, explicó.
“Hay que tener en cuenta un dato: la edad media de las personas contagiadas en las últimas semanas se ha reducido drásticamente (…) Hay que dar una señal”, agregó.
Speranza quiere evitar “criminalizar a los jóvenes”, a los que les pide que tomen medidas para reducir el contagio.
Ante el temor de una segunda oleada de la epidemia en varios países europeos, Italia decidió tomar nuevas medidas después de la célebre fiesta de “Ferragosto”, el 15 de agosto, que marca el final de la temporada veraniega.
Desde marzo sin escuela
La península, el primer país de Europa afectado por la epidemia, ha registrado hasta ahora 254.000 casos de Covid-19 y más de 35.000 muertes.
Después de un estricto confinamiento de dos meses, seguido de otro menos severo, los estudiantes, que no asisten a las escuelas y universidades desde marzo, deberán retomar las clases para recuperar muchas horas perdidas.
“El panorama italiano es mucho mejor que el de la mayoría de países europeos. Se registra un promedio de menos de 500 casos al día frente a los 3.000 de Francia y España. Pero la tendencia a la reanudación de los contagios nos obliga a lanzar, sin alarmismo, la atención”, explicó Speranza.
“No podemos fallar, cada medida, cada sacrificio solicitado, lo pedimos en función de las escuelas, que es lo que más afecta al encierro”, agregó.
“El número de casos está aumentando, en una semana pasamos de 200-300 diarios a más de 600 a mediados de agosto”, denunció por su parte el presidente del Consejo Superior de Salud , Franco Locatelli, citado por el diario Il Corriere Della Sera.
“Hemos salido de la fase más crítica, pero la epidemia no se ha acabado”, señaló.
El experto registró “una disminución de la edad de los infectados” y considera que en comparación con los meses negros de marzo a abril, cuando la epidemia se expandió en el norte, en particular en Lombardía, ahora está muy extendida por todo el país “con cientos de brotes”, dijo.
“El fenómeno ha sido causado en buena parte por los turistas”, sostiene Locatelli.
“Según la región, del 25 al 40% de los casos fueron importados por ciudadanos que regresaban de un viaje o por extranjeros residentes en Italia”, aseguró.
“La contribución de los migrantes es mínima, no más del 3 al 5%”, recalcó.
“Que las cifras sean mejores que en Francia y España no excluye el temor de que la curva siga creciendo en las próximas dos semanas”, advirtió.
AFP.