La caída de un adolescente desde un puente en Santiago tras ser empujado por un agente antidisturbios volvió a poner los ojos sobre los Carabineros de Chile, acusados de cometer abusos a pesar de una prometida reforma.
Una veintena de policías arremetió sobre un grupo de manifestantes reunidos el viernes en la plaza Italia de Santiago, epicentro de las manifestaciones sociales en Chile desde octubre del año pasado.
Uno de los policías arrolló hacia la baranda del puente Pio Nono sobre el río Mapocho al adolescente de 16 años, que cayó más de siete metros.
Carabineros sostiene que fue un accidente pero para la justicia el agente hizo uso excesivo de la fuerza y lo mandó a prisión por “homicidio frustrado”.
Este martes, cuatro días después del incidente, el presidente Sebastián Piñera condenó el hecho.
“Condenamos clara y categóricamente cualquier atentado a los derechos humanos y también rechazamos cualquier desvío de los protocolos y las reglas que deben regir para la actuación de nuestras fuerzas de orden y seguridad”, indicó Piñera en una declaración en el palacio de gobierno, donde también reiteró su “profundo respaldo” a la institución policial.
A días de cumplirse -el 18 de octubre- un año del mayor estallido social en décadas, que dejó unos 30 muertos y cientos de heridos, el incidente volvió a encender la calle. La policía fue acusada de violar los derechos humanos en la represión de las protestas y había prometido reformar sus procedimientos.
“Se han incorporado y renovado medios logísticos” y se trabaja en “la modernización institucional y en la formación continua del personal; por ejemplo, con capacitaciones y reentrenamientos en el ámbito de los derechos humanos”, explicó a la AFP el general inspector Ricardo Yáñez, director de Orden y Seguridad de Carabineros.
Entre los cambios, destacó las “nuevas herramientas tangibles e intangibles”, como nuevos carros lanza-agua, conocidos popularmente como ‘guanacos’, o una comunicación por altavoces “para informar a la ciudadanía” durante las manifestaciones.
Enemigo interno
Sin embargo para expertos poco cambió en este año, en que las protestas se paralizaron varios meses debido a la pandemia. Durante esa pausa, Carabineros buscó capacitar a su personal y dotarse de material más moderno para el control de orden público.
Lucía Dammert, experta en temas de seguridad y académica de la Universidad de Santiago, plantea que uno de los principales problemas de la policía chilena es la concepción de que se enfrenta a “un enemigo interno permanente”.
“Uno ve que es una estrategia policial que está muy marcada entre ‘nosotros’ y ‘los otros’, y los otros son los enemigos, criminales, vándalos, y es una retórica que tiene también una resonancia política que lo legitima”, explicó Dammert.
Ahora son los manifestantes, dice la académica, pero también lo han sido el pueblo mapuche o los sectores populares.
Los casos de corrupción destapados tras el desfalco de más de 30 millones de dólares por parte de generales entre 2006 y 2017 o el asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca en 2018, por un disparo en la cabeza por parte de un uniformado, contribuyeron a socavar la imagen pública de una policía que hace cinco años era una de las instituciones mejor evaluadas del país y una de las de mayor prestigio en la región.
Para Dammert, ni la salida del general director de Carabineros, Mario Rozas, -exigida por la oposición tras el incidente del viernes- serviría para aliviar el descontento de buena parte del país con su policía, que necesita una “reforma estructural” y un formación exhaustiva de los uniformados.
Desde el estatal Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) alertaron también que “Carabineros de Chile no ha prestado toda la colaboración que se requiere para que haya verdad y haya justicia” respecto a “las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la crisis social”, dijo su jefe jurídico Rodrigo Bustos.
“Hagas lo que hagas, te apalean”
Casi un año después, en la plaza Italia de Santiago ya no se oyen las explosiones secas de las escopetas antidisturbios con las que la policía hirió en sus ojos a 460 personas -algunas impactadas con bombas lacrimógenas-, según el balance hasta marzo de este año del INDH.
Hoy patrullan con los nuevos carros lanza-aguas que son rellenados con químicos fuertes y se mantiene la enorme nube de gas lacrimógeno y el rociado de spray pimienta.
La mayoría de los manifestantes van al lugar de forma pacífica y solo algunos grupos de encapuchados agreden a los uniformados.
“El comportamiento de la policía en Chile es de una actitud miserable. Representan lo que más uno odia del sistema, la prepotencia, la violación de los derechos humanos, la falta de respeto y dignidad. Hagas lo que hagas y por más que tengas razón, nadie te escucha, te apalean”, dijo a la AFP Violeta Solis, de 47 años, sentada la plaza Italia el último viernes, junto a su hijo de 17.
AFP.