Los ensayos no se van a suspender, lo que lleva a expertos a sospechar que el deceso se produjo por causas ajenas al estudio. La muerte se produjo en Brasil.
La vacuna contra el coronavirus que ensaya la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca sufrió un traspié este miércoles, al informarse la muerte de un voluntario que participaba en los estudios que se realizan en Brasil. Las autoridades sanitarias de ese país confirmaron la información, aunque no especificaron cómo murió ni si recibió la dosis que se prueba o un placebo, imprescindibles en estos ensayos de doble ciego.
La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), vinculada al Ministerio de Salud de Brasil, señaló en una nota que fue “formalmente informada” del suceso el pasado lunes y que seguirá su “evaluación”. El organismo agregó que “con base en los compromisos de confidencialidad ética previstos en el protocolo, las agencias reguladoras implicadas reciben datos parciales referentes a la investigación” realizada por el Comité Internacional de Evaluación y Seguridad. Por el momento, la investigación seguirá adelante.
Oxford, por su parte, declaró que no existe ninguna duda sobre la “seguridad del ensayo clínico”. El periódico brasileño O’Globo, en tanto, reportó que el voluntario había recibido un placebo y no la dosis de la vacuna que se estudia, aunque no cita fuentes. La Universidad Federal de Sao Paulo confirmó que el voluntario era brasileño, pero no entregó más datos, amparándose en la confidencialidad que impera en estos casos. Algunos medios señalan, sin embargo, que la víctima tenía 28 años y que habría muerto por complicaciones derivadas del COVID-19.
¿Recibió un placebo?
En tanto, expertos consultados por la agencia Reuters señalaron que si el voluntario hubiera fallecido como consecuencia de la dosis testeada para frenar la propagación del coronavirus, el ensayo tendría que haberse suspendido de inmediato. Esto da a entender que efectivamente formaba parte del grupo de control.
La vacuna de Oxford es uno de los inmunizantes contra el nuevo coronavirus que se está probando en Brasil, donde la pandemia ya deja cerca de 155.000 fallecidos y 5,3 millones de infectados, lo que sitúa al país como uno de los más castigados del mundo por la enfermedad. Los ensayos clínicos de la potencial vacuna británica comenzaron en el gigante sudamericano en junio con la idea de que participaran unas 10.000 personas y solo sufrieron una pequeña interrupción en septiembre, cuando se informó de una reacción adversa de un voluntario.
En el país también se experimentan las vacunas que desarrollan los laboratorios Johnson & Johnson y el consorcio formado por BioNTech (Alemania) y Wyeth/Pfizer (Estados Unidos), así como la fabricada por la compañía china Sinovac. Por otro lado, los estados brasileños de Bahía (nordeste) y Paraná (sur) han manifestado su disposición para probar entre sus habitantes la Sputnik V rusa, a falta del aval de las autoridades sanitarias federales.
DW.