Colombia eligió al primer presidente de izquierda de su historia: el senador y exguerrillero Gustavo Petro. Se impuso en el balotaje con un discurso de ruptura y la promesa de transformar a un país muy dividido y en crisis.
Petro, de 62 años, venció con el 50,5% de los votos al millonario independiente Rodolfo Hernández, que obtuvo un 47,3%, según el cómputo oficial. Fue una ventaja de 716.201 votos.
“A partir de hoy Colombia cambia, un cambio real que nos conduce a algunos de los planteamientos que hemos hecho de estas plazas: la política del amor (…), una política del entendimiento y el diálogo”, proclamó el ganador, jefe de la oposición, en su discurso de victoria.
Hernández, un ousider sin partido político de 77 años, reconoció rápidamente su derrota, lo que aplacó el temor de protestas ante un desenlace ajustado. Durante la tensa jornada, Petro atizó las sospechas de fraude.
En el centro de Bogotá miles de sus seguidores, la mayoría jóvenes, explotaron de júbilo. “Celebro porque por fin vamos a tener un cambio, esto es algo que los territorios esperaban (…) esto demuestra que hay esperanza”, señaló Lusimar Asprilla, una académica afro de 25 años.
Una Colombia claramente dividida se adentrará en una nueva era política sin un gobierno de los partidos tradicionales, derrotados en la primera vuelta que vio triunfar a Petro. La ambientalista Francia Márquez, de 40 años, también fue elegida como la primera vicepresidenta afro de Colombia.
“Es un avance increíble porque durante años nos ha gobernado la ultraderecha con políticas que han empobrecido a toda la población, que ha dejado en el olvido a las mayorías”, aseguró a EFE Lizeth Moreno, una seguidora y votante del izquierdista.
Como para tantas feministas y jóvenes es “un victoria hermosa que celebramos las mujeres que hacen parte del territorio nacional”, ya que “las mujeres también hemos parido este cambio”, aseguraba apropiándose de las palabras de la vicepresidenta electa, Francia Márquez.
Márquez, una abogada y activista afrocolombiana, es una de las claves de la victoria de la izquierda y ha cautivado a las masas con un discurso de cambio, prometiendo hacer que “la dignidad se haga costumbre” en Colombia y el “vivir sabroso”. Aseguró que tantas víctimas del conflicto que por fin tendrán una voz en el Gobierno.
El izquierdista gobernará desde el 7 de agosto por cuatro años y sucederá al impopular Iván Duque, quien felicitó a su enconado opositor. Hernández también envió un mensaje al próximo presidente.
“Le deseo al señor Gustavo Petro que sepa dirigir el país, que sea fiel a su discurso contra la corrupción y que no defraude a quienes confiaron en él”, dijo.
Conquistó la Presidencia con la mayor participación electoral de este siglo: 58% de los 39 millones de colombianos habilitados fueron a las urnas. En el Congreso cuenta con una importante bancada, pero sin asegurar las mayorías.
La izquierda triunfó tras las masivas y sangrientas protestas de 2019, 2020 y 2021. En ellas los jóvenes que exigían más oportunidades de estudio y empleos fueron duramente reprimidos.
Entonces las calles ya reflejaban un malestar profundo a raíz de la brecha entre ricos y pobres. Colombia tiene la desigualdad más alta de la región después de Brasil, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Con la pandemia se agravó la pobreza, que hoy alcanza al 39% de los 50 millones de colombianos con desempleo que ronda el 11%.
Entre los desafíos para el futuro gobierno también están narcotráfico y la violencia asociada, con varios grupos armados que se expanden por el territorio. En su discurso, Petro aludió a las divisiones y heridas que deja una campaña agresiva.
“El cambio consiste precisamente en dejar el odio atrás; en dejar los sectarismos atrás. Las elecciones más o menos mostraron dos Colombias, cercanas en términos de votos. Nosotros queremos que Colombia en medio de su diversidad sea una Colombia”, señaló.
El ganador y Hernández llegaron a este elección con dos propuestas de ruptura, pero con modelos opuestos. El mandatario electo se propone robustecer al Estado, transformar el sistema de salud y de pensiones, y suspender la exploración petrolera para dar paso a energías limpias ante la crisis climática.
También anunció que restablecerá relaciones con Venezuela, rotas desde 2019, implementará el acuerdo de paz de 2016 con las extintas FARC y dialogará con el Ejército de Liberación Nacional, la última guerrilla reconocida en el país.
Deberá igualmente vencer la resistencia de sectores poderosos y de las Fuerzas Armadas, que todavía le achacan su pasado como guerrillero pese a que firmó la paz en 1990.
Temen que sus reformas afecten la propiedad privada y conduzcan al país hacia un socialismo fallido. En campaña, el gobernante electo se comprometió ante notario a no expropiará bienes y aseguró que no reformará la Constitución para quedarse en el poder.
Tras un mandato conflictivo en la Alcaldía de Bogotá, deberá probar que es capaz de trabajar en equipo para gobernar el país.
Fuente: Página Siete