En julio se estrena un nuevo gasoducto en Argentina. En 2024 se terminará el contrato de exportación con el vecino país.
Bolivia está a punto de perder el mercado que paga los mejores precios por su gas. La inauguración en Argentina de la primera fase del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, el 9 de julio, sería una de las razones.
La merma en los $us 600 millones que ingresan desde Argentina por la exportación de hidrocarburos será un duro golpe mientras Bolivia vive su primera crisis económica en dos décadas, indica una nota de El País de España.
El nuevo gasoducto argentino está proyectado para extraer hasta 21 millones de metros cúbicos de gas por día desde los campos de Vaca Muerta, en el sur de Argentina.
El vecino país también ha iniciado las obras de reversión de su Gasoducto del Norte, que hoy distribuye gas boliviano en el norte del país, para que opere en sentido contrario.
El fin del ciclo en el comercio entre Bolivia y Argentina se consumará hasta 2024, cuando los países reviertan las posiciones que han mantenido durante 20 años: entonces, Bolivia vivía un auge del gas mientras estallaba la crisis energética en Argentina.
Gracias a Vaca Muerta y al GPNK, Argentina prevé ahorrar unos $us 2.000 millones en 2023 y, a partir de 2024, más de 4.000 millones. “El gas de Vaca Muerta es seis veces más barato que el que se importa”, dijo Flavia Royón, secretaria de Energía argentina, el pasado 15 de mayo, cuando el Gobierno argentino celebró el término de la soldadura del primer tramo del gasoducto. Argentina podría convertirse en un gran exportador de gas natural en la región, algo que Bolivia está dejando de ser.
“Argentina no nos da un golpe; Nos dimos el golpe”, dice el especialista Álvaro Ríos. Consultor energético, Ríos alude al deterioro de la industria gasífera boliviana por falta de inversión y, en consecuencia, de nuevos descubrimientos.
“En 2014 exportamos 48 millones de metros cúbicos de gas por día: hoy solo podemos exportar 22 millones”, graficó. “Deberíamos estar vendiendo 23 millones de metros cúbicos a Argentina, pero solo le estamos dando de cuatro a ocho millones de metros cúbicos por día; Por eso el contrato ya no durará hasta 2027, como estaba previsto, sino que terminará el próximo año”, explica Ríos.
Por otro lado, el gobierno de Luis Arce busca ampliar la exploración de nuevos yacimientos, para lo cual invertirá este año $us 326 millones. De esta manera, espera superar el mal desempeño de los últimos tiempos en esta materia.
Un informe oficial indica que, entre 2005 y 2020, se perforaron 192 pozos y se incrementó apenas un 2% la producción que ya existía anteriormente.
Hace dos meses, Arce inauguró el pozo Yope-X1, pero aún no se confirma el potencial comercial. Álvaro Ríos se muestra escéptico ante la posibilidad de que nuevos descubrimientos cambien la situación. “Un ciclo exploratorio dura 10 años, entonces no creo que haya cambios; lo que va a pasar con Argentina no es reversible”, dice. Ríos calcula que para 2029 Bolivia dejará de exportar gas incluso a Brasil, único mercado que le quedará cuando Argentina cierre el próximo año.
La causa será la falta de reservas. Bolivia podría incluso convertirse en importador de gas argentino. “Es bueno que tengamos un país vecino con gas, eso nos va a servir en el futuro”, dice Ríos. El experto cree que el futuro papel de Bolivia en el juego energético regional será alquilar sus gasoductos, que están conectados a São Paulo, para que por ellos se bombee gas de Vaca Muerta a la metrópoli brasileña. Otros analistas bolivianos son algo más optimistas, pero en general se piensa que Bolivia debería apostar por negocios distintos al gas.
Óscar Montes, gobernador de Tarija, realizó un llamado a “pensar alternativas” para sustituir a la decadente industria regional, que viene sufriendo la crisis productiva desde 2015.
En tanto, el Gobierno boliviano ha reconocido que durante los gobiernos anteriores se cometió un gran error al no invertir más en exploración y no ejecutar el programa de incentivos a las empresas petroleras extranjeras que había sido diseñado para anticipar este desenlace.
El oficialismo criticó duramente a un exministro de hidrocarburos que una vez le dijo públicamente al entonces presidente Evo Morales que no había de qué preocuparse, porque los bolivianos flotaban en “un mar de gas”.
En tanto que, para Rodrigo Ayala, analista del área productora, una vez más se ha consumado la “maldición de los recursos naturales”, empujando al país a ciclos repetitivos de “pan y hambre”.
Fuente: El Deber