Por enfermedades, humedad y bajo rendimiento, el área de cultivo de trigo disminuyó en 20 por ciento en Santa Cruz este 2023 y los productores piden semilla genéticamente mejorada para tener una mejor producción y competir con Argentina.
A nivel nacional, la producción de trigo fue de 310 mil toneladas en 2022, pero la demanda nacional es de 750 mil toneladas al año, por lo que la producción del país cubre más del 35 por ciento del consumo interno; el resto se importa, en su mayoría de Argentina.
Esta semana, el quintal de harina argentina subió de 190 bolivianos a 220, por la devaluación del peso argentino. Esta situación preocupa a la población por el riesgo de una subida del pan de batalla y otros productos de la canasta familiar.
Edilberto Osinaga, gerente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO),remarcó la importancia de contar con una semilla de trigo genéticamente modificada para mejorar el rendimiento de 1,5 toneladas por hectáreas a tres toneladas, como cosecha argentina.
“Dependemos de la harina argentina. Hay que hacer más investigación para tener semillas más adaptadas al clima de Santa Cruz, que permita elevar los rendimientos porque los rendimientos bajos no son atractivos”, dijo.
El ejecutivo indicó que ya hubo acercamiento con el Gobierno nacional para introducir cinco semillas genéticamente mejoradas. “Con la elevación (del precio) de la harina, se hace más urgente aprobar esto y con el ingreso pleno al Mercosur estaríamos en desventaja si no se hace. Cada vez se hace más urgente esta semilla. Si ingresa la semilla, resolvemos rápido en una o dos campañas. El Gobierno tiene la última palabra”, aseguró.
El presidente de la CAO, José Luis Farah, señaló que Bolivia siempre fue deficitaria en el tema del trigo, pero en la coyuntura actual esto ha quedado más expuesto.
“Por eso, siempre demandamos el acceso a la semilla mejorada, para que seamos autosuficientes y no estemos dependiendo de países vecinos”, además remarcó la importancia de acceder a la biotecnología para responder con mayor efectividad a la demanda interna.
Ya en 2022, por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, se elevó el precio de la harina y se reveló la dependencia a la importación de harina de trigo que tiene Bolivia. En esa ocasión, el Gobierno nacional se comprometió a incrementar la producción y apoyar a los productores.
Ya en 2022 la Fundación Jubileo indicó que este incremento amenaza la seguridad alimentaria de los hogares bolivianos, especialmente los más pobres.
Santa Cruz es el principal productor con el 75 por ciento del volumen total del trigo boliviano, le siguen Cochabamba con el 8 por ciento, Potosí el 6 por ciento, Chuquisaca y Tarija el 5 por ciento cada uno.
En Santa Cruz, el área cultivada de trigo en la gestión 2023 fue de 94.630 hectáreas, un 20 por ciento menos que la superficie sembrada en la gestión 2022, informó la CAO.
Emapa entregó 2,1 millones de quintales de harina de trigo entregados al sector panificador del país.
Fuente: Los Tiempos