Industriales del sector oleaginoso y lácteo ven con incertidumbre las perspectivas de precio en 2023. Cadex prevé una inclinación a la baja de los precios de los commodities agrícolas y el IBCE ve negros nubarrones.
Los precios de los productos agroindustriales que exporta Bolivia (soya, azúcar, carne bovina y leche en polvo) hoy viven una desaceleración. Y aunque la caída en el valor de las monedas -de la mayoría de las economías en desarrollo- está incrementando los precios de los alimentos, lo que podría profundizar la crisis alimentaria para 2023 se prevé una caída del 5% en precios, según la edición más reciente del informe Perspectivas de los mercados de productos básicos del Banco Mundial.
La soya cae cerca del 2% en el grueso de sus posiciones, con bajas de más de $us 10 de noviembre (2022) a julio (2023). El grano cotizó por debajo de los $us 530 la tonelada. Por su parte, los derivados operaron en terreno mixto, con una subida de $us 12,12 ($us 1.677,40) el aceite y una leve baja de $us 0,44 ($us 1.531) la harina.
Aportaron a la tónica bajista, las dificultades logísticas que persisten en el Golfo de México por la bajante histórica del caudal del río Misisipi que traba la salida de granos y que evidencia los problemas de sequía que también afectan a EEUU, según el portal argentino agroverdad.com.ar
Los precios mundiales de los alimentos se mantuvieron en general estables en octubre, pese a una ligera alza de los cereales por la incertidumbre en el mar Negro, según la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés).
El índice de los precios de los cereales aumentó un 3% en octubre, debido principalmente al efecto del trigo que ganó un 3,2% con respecto a septiembre. Este repunte refleja la incertidumbre vinculada al acuerdo sobre las exportaciones de cereales ucranianos entre Rusia y Ucrania.
En octubre disminuyeron los precios internacionales de todos los productos lácteos que componen el índice. Las compras de China, inferiores a lo previsto, y la débil demanda de suministros al contado, junto con el efecto de la debilidad del euro frente al dólar de EEUU, explican la caída de los precios de los productos lácteos.
El precio mundial de la carne bovina, según el índice de la FAO, disminuyó por la actual abundancia de suministros y el aumento de la disponibilidad de ganado.
La preocupación por las lluvias que obstaculizan los avances de la cosecha en Brasil y el retraso del inicio de la campaña en la India limitaron la caída de los precios del azúcar. No obstante, los precios mundiales del azúcar recibieron un estímulo que les impidió que siguieran disminuyendo gracias a la mayor demanda de Indonesia y China, así como al aumento de los precios del etanol en Brasil.
Para John Baffes, economista superior del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, el pronóstico de una disminución de los precios agrícolas está sujeta a una gran cantidad de riesgos.
Las perturbaciones que afectan las exportaciones de Ucrania o Rusia podrían interrumpir nuevamente el suministro mundial de cereales. Los aumentos adicionales de los precios de la energía podrían ejercer una presión al alza sobre los precios de los cereales y los aceites comestibles.
Los patrones meteorológicos adversos pueden reducir los rendimientos; es probable que 2023 sea el tercer año consecutivo de La Niña, que podría reducir el rendimiento de cultivos clave en América del Sur y África meridional.
Futuro con incertidumbre
Desde la Cámara Nacional de Industrias Oleaginosas de Bolivia (Caniob), el presidente Jorge Amantegui, aseveró que las circunstancias actuales del mercado internacional hacen que a escala nacional se tenga una tendencia positiva en la balanza comercial.
El sector agroindustrial oleaginoso ha exportado en lo que va del año más de $us 1.600 millones, incrementando los productos derivados de soya un 47,1%, haciendo que las exportaciones no tradicionales alcancen un 30% del total de las exportaciones de Bolivia.
Con respecto a las previsiones para 2023, Amantegui expresó que Bolivia, en el comercio internacional, es un seguidor de las acciones de otros actores mundiales (EEUU, Brasil, China) y, por lo tanto, se debe tomar en consideración cómo estos países se verán afectados con los efectos que dejó la pandemia del coronavirus, el conflicto armado en Ucrania, la volatilidad de precios de las materias primas y los commodities, el encarecimiento de insumos, la incertidumbre por los efectos climáticos, la subida del dólar, la inflación mundial y el encarecimiento del acceso a créditos de capital; factores que, en su opinión, son parte del escenario internacional y que afectan también a Bolivia. El sector ve con incertidumbre las perspectivas.
Fuentes del complejo productivo de la caña de azúcar aseguran que la guerra en Ucrania y una coyuntura favorable de precios internacionales, incentiva a seguir invirtiendo para aumentar la producción y hacer mejoras en los procesos productivos. Aseguran los golpes de buenos precios permiten un desahogo al agricultor (cañero) que recibe un 57,2% del precio de venta del azúcar -por su materia prima-y el 60,6% del precio de venta del alcohol.
Empero, creen que el Gobierno juega en contra de las tendencias de buenos precios, prohibiendo las exportaciones como ocurre hace dos semanas. “Un factor que mueve la aguja del precio son las grandes producciones o los bajos niveles de stock, afectado por guerras, por sequías, por problemas de logística o medidas del Gobierno”, explicaron las fuentes.
Desde PIL Andina indicaron que el comportamiento del precio internacional de la leche en polvo ha sido favorable de enero a junio y que, a partir del segundo semestre, se registra una importante caída.
“Si comparamos porcentualmente, se ha tenido una caída del 25%, que significa una reducción de más de $us 1.100 por tonelada. Por otro lado, se debe considerar que los costos logísticos para exportación se incrementaron, en promedio, un 46% desde inicio del año, debido principalmente, a fletes marítimos y disponibilidad de contenedores”, indicaron.
Hacen notar que el mercado internacional de la leche obedece a la libre oferta y demanda, donde los principales actores tales como EEUU, Nueva Zelanda, Australia, Argentina y otros aportan grandes volúmenes con altos niveles de calidad y son los que generan las marcaciones del precio global. “En consecuencia, participar en el mercado internacional con un precio regulado como se tiene en Bolivia desde 2012, no es posible”, señalaron, al reflejar una tendencia de precio a la baja, dado el actual panorama económico.
Desde la Cámara Forestal de Bolivia, el presidente Javier Cronenbold, anotó que este 2022 inició generando una gran expectativa en el sector exportador de productos de madera, aspecto que solo se logró en el primer trimestre, con una excelente demanda y precios internacionales para varias especies y productos, muy buenos.
Desafortunadamente, dijo que a partir del segundo trimestre la situación comenzó a cambiar, ya que China disminuyó su demanda, aspecto que repercutió en los precios internacionales. China en 2021 compró más del 33% de la oferta exportable. En el tercer trimestre de 2022, las exportaciones superan los $us 81 millones. EEUU es el primer mercado de productos forestales, con un 27% del total exportado y China cayó al 18%.
Negros nubarrones
En criterio del gerente general de la Cámara de Exportadores, Logística y Promoción de Inversiones (Cadex), Martín Salces, se advierte incertidumbre con relación a lo que pasará en los próximos meses. La tendencia muestra que los precios de los commodities agrícolas se mantendrá con una inclinación a la baja. Sin embargo, cree que debido a los precios de la energía (combustibles y gas) y factores climatológicos (falta de lluvias) en las regiones productoras de Brasil, Argentina y Paraguay, y posibles nuevas restricciones en China, la tendencia podría cambiar.
Precisa que otro factor que podría afectar a las tendencias de precios es cómo afectará el proceso inflacionario que atraviesan las economías desarrolladas (EEUU, Europa y China). “En este tipo de situaciones, se hace imperativo que los distintos actores involucrados en el proceso exportador, tanto del Estado como el sector privado, tengan mecanismos de coordinación y facilitación, que posibiliten el desarrollo de las necesarias exportaciones para el desarrollo del país”, puntualizó.
A juzgar por el gerente general de Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, hay negros nubarrones en el horizonte. “Puede que en 2023 el mundo entre en recesión y muchos países caigan en estanflación, pero la necesidad de alimentos continuará, y si bien sus precios podrían descender, esta es una razón más para que el país apueste por la biotecnología a fin de mejorar su productividad y competitividad, allí donde pueda ser aplicada. La estabilidad económica de Bolivia a corto plazo dependerá, directamente, de la exportación”, apuntó.
Para él, Bolivia tiene la oportunidad de producir más alimentos convencionales (oriente) y superalimentos (altiplano y valles) para el mundo; si no lo hace, desaprovechará la ‘oportunidad de oro’ de convertirse en un granero en Sudamérica y en un país agroexportador, para dejar de depender de los minerales e hidrocarburos.
Fuente: El Deber