Por: Orlando Saucedo Vaca/ Dir. Colegio de Economistas de Santa Cruz
Como es sabido existe un trade-off entre abrir la economía o reducir los contagios o lo que es lo mismo cada que aplanamos la curva tiene un costo económico. El confinamiento no puede alargarse de manera indefinida, por lo que es necesario ir pensando en un plan de “desescalada”, es decir, poner fin poco a poco el confinamiento. “Afortunadamente” para nosotros la pandemia del Covid-19 empezó tarde en nuestro país, eso nos permitirá tomar las mejores prácticas de “desescalada” que se están realizando alrededor del mundo.
Es muy probable que el virus nos acompañe después del confinamiento (Drosten, 2020), pues va a seguir circulando hasta que se encuentre una vacuna o tratamiento eficaz, en tal sentido es necesario enfrentar esta fase de transición de la forma más segura posible, por lo que se hace necesario desescalar a la par que se hacen test masivos para saber quiénes son los asintomáticos; pues ellos contagiarán a la población sana y de nada habrá servido la cuarentena, quienes ya superaron la enfermedad (pero no lo saben) y quienes están contagiados. Es seguro que los test masivo más que duplicarán los casos, pero no hay que ver esto como un fracaso, sino mas bien como una herramienta para tomar las mejores decisiones, pues esto nos permitirá poner en cuarentena a los asintomáticos y a los que tienen síntomas; lo cual nos dará las pistas para que no nos pille desprevenidos una más que probable segunda ola de contagios, dicen los expertos que para el invierno.
Un buen plan de desescalada debe garantizar que luego de la misma se podrá controlar los nuevos brotes epidémicos o reducirlos de forma suficiente para que no nos afecten de manera tan negativa. Esto se cumple, como ya lo dijimos líneas arriba si se realizan test masivos, si los hospitales tienen el triple de camas de unidades de cuidados intensivos. Además de contar con mecanismos suficientes de monitorización para detectar precozmente nuevos brotes, el uso obligatorio de barbijos y guantes en lugares públicos y por último pero no por ello menos importante la población debe seguir teniendo los mismo cuidados que hasta ahora ha tenido (Simón, 2020).
En el tema económico en muchos países se está aplicando lo que el español Tomas Pueyo (2020) llama el martillo y danza, el martillo son las medidas duras tomadas ahora para controlar la epidemia y prepararnos a la danza, que intenta ajustar las medidas a lo largo del tiempo para que no haya brotes, pero que a la vez la economía se vea poco maltratada. Ahí, el objetivo epidémico es minimizar completamente el número de casos, mientras se optimiza la economía.
En tal sentido siguiendo a Pueyo (2020), en la fase de “baile” se debe identificar qué sectores económicos y regiones se pueden ir abriendo, viéndose necesario que esta apertura sea gradual, asimétrica y coordinada, es decir, a distintas velocidades pero con las mismas reglas. El criterio para abrir los sectores económicos depende de una disyuntiva que tienen que resolver las autoridades de gobierno; abrir sectores que generan más empleo o sectores que aportan más al crecimiento económico. Para las regiones se debe tomar en cuenta el número de casos por cada 100.000 habitantes, es decir, abrir aquellas regiones que tengan igual o menores casos que la media nacional. Es muy importante ceñirse a las reglas y hacerlo bien para de esta manera evitar un “martillo” masivo nuevamente.