Sin pruebas masivas y eficaces de diagnóstico y rastreo del virus y el uso generalizado de barbijos, incluyendo niños, los planes de desconfinamiento están encaminados al fracaso, señala el biólogo molecular belga Marc Wathelet, un reconocido especialista en coronavirus.
La mayoría de los países europeos han comenzado a levantar en fases las medidas de contingencia sanitaria impuestas en marzo pasado por el COVID-19. En América Latina, el gobierno de México también ya decidió, a pesar de que el país se encuentra en el pico de la epidemia, que ya se empiecen a reanudarse actividades progresivamente.
“No pudimos prever la llegada del virus. Los países europeos no estaban para nada preparados. Reaccionaron muy mal y nos encontramos en la situación actual. Pero ahora tenemos la posibilidad de decidir cuándo saldremos del confinamiento y podemos hacerlo de una manera razonablemente segura”, afirma Wathelet, quien fue investigador en las universidades de Harvard y Cincinnati y del Instituto de Investigación de Enfermedades Respiratorias Lovelace.
El experto advierte que siempre existirá el riesgo de un rebrote, pero que puede intentarse limitar implementando dos medidas “absolutamente necesarias”.
La primera: que toda persona que salga de su casa esté equipada “por lo menos” de un tapabocas “quirúrgico”.
“No protege totalmente, pero si toda la población lo usa cuando está en el exterior de su casa, la tasa de transmisión será lo suficientemente baja”, explica el virólogo belga.
La segunda medida que evitará un desconfinamiento fallido es tener un sistema eficaz de pruebas de diagnóstico de coronavirus y de identificación de los contactos de las personas infectadas, ya que el virus se contrae en 80% de los casos de enfermos asintomáticos.
Para que sirva, ese “barrido” tiene que hacerse en 24 horas y sometiendo a pruebas de detección al menos a 70% de las personas con las que cada infectado tuvo contacto.
El dispositivo tiene que ser lo suficientemente amplio para que el resultado de los test administrados a infectados y sus contactos arroje un máximo de 3% de positivos.
“Si no baja de 3% no se están haciendo las pruebas suficientes y el sistema no va a funcionar”, expone el especialista. Países asiáticos como Taiwán o Corea del Sur, pero también Australia y Nueva Zelanda han logrado esa meta.
A principios de mayo Wathelet envió una carta al gobierno belga en la que advirtió que el país “no está listo” para retirar las medidas de aislamiento (el 11 de mayo comenzaron a reabrir tiendas y el 18 las escuelas). El uso de tapabocas es obligatorio en el transporte en común y “recomendado” en espacios públicos.
El investigador europeo precisó que, en particular, es un “error” no obligar a los niños menores de 12 años a portar mascarillas, ya que ellos transmiten el virus igual que un adulto. Además, la tasa de reproducción del coronavirus es muy cercana a 1, lo que significa que se corre el peligro de recomenzar el aumento exponencial de la epidemia.
Señaló igualmente que la experiencia ha mostrado que un sistema eficiente es aquel que aplica 33 veces más pruebas que el número de casos positivos que reporta por día. De acuerdo con estimaciones “realistas” del biólogo, Bélgica tendría que haber estado realizando entre 27,000 y 54,000 pruebas diarias a principios de mayo, pero no llegaba a 17,000.
México, por su parte, aparece en una reciente lista de la OCDE como el país que hace menos pruebas por cada mil habitantes (0.6%), dado que la autoridad sanitaria opina que no son confiables.
Hasta el pasado 14 de mayo el país había aplicado 128,000 pruebas a personas con síntomas o a pacientes graves y hospitalizados, según informes de la Secretaría de Salud (con base en fuentes oficiales, el 18 de mayo el portal Worldometer indicaba 172,294 pruebas).
De acuerdo con la fórmula que menciona el doctor Wathelet, el gobierno mexicano, que en los últimos días ha estado reportando una cifra diaria superior a 2,000 casos nuevos confirmados, debería estar realizando alrededor de 66,000 pruebas cada día, y no solamente a enfermos en hospitales sino también a sus contactos, presenten o no síntomas.
Wathelet asegura que debe seguirse el ejemplo de Singapur, Taiwán, Hong Kong, Japón o Corea del Sur, cuyas autoridades impusieron el uso obligatorio y generalizado de tapabocas y pusieron en marcha un sistema masivo de pruebas de diagnóstico y de identificación inmediata de los contactos de los infectados, que permite rápidamente aislarlos o ponerlos en cuarentena.
“Hasta que hagamos eso, podremos controlar la propagación del virus. De otra forma no lo podremos frenar”, sostiene el biólogo.
“A pesar del próximo cambio de estación (verano) en Europa y aunque la transmisión disminuya, el virus no va a desaparecer. Continuará circulando. Si levantamos el confinamiento y no han cambiado las condiciones, de inmediato va a resurgir”, alerta.
-Muchos mexicanos no pueden respetar el confinamiento porque deben salir a la calle a ganarse la vida día a día. ¿Qué medida mínima aconseja como virólogo para intentar contener el virus en México?
-Que toda la población use tapabocas. No menos… Pero tengo una pregunta: ¿El presidente y los funcionarios del gobierno mexicano salen con tapabocas cuando aparecen en televisión para hablar de la pandemia?
-Nunca he visto al presidente que lo haga…
-Ahí está. En los países asiáticos que han controlado la epidemia, cuando hay una conferencia de prensa todos los ministros usan tapabocas. Lo mismo todos los periodistas. Hay una frase en inglés que dice “monkey see, monkey do” (mono ve, mono hace). Los seres humanos somos primates. Si uno ve que quienes están al mando del gobierno no se toman la pena de protegerse, ¿por qué se protegería la población? Si en el gobierno quieren marcar la diferencia, deben comenzar por usar tapabocas.
*Periodista especializado en temas de México-Unión Europea
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