Economistas ven un impulso en el mercado de valores, pero observan que los bonos de ese tipo van en contracorriente con las políticas del Estado en materia medioambiental. Exigen respeto a las normativas.
El año 2008, a iniciativa de un grupo de inversores suecos, el Banco Mundial (BM) emitió el primer “bono verde”, como una nueva forma de conectar el financiamiento de los inversionistas con proyectos sobre el clima. En Bolivia, el Banco de Desarrollo Productivo, será el primero en emitir un valor de ese tipo, ya que la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) autorizó la inscripción de su Programa de Emisiones de Bonos Verdes, Sociales y Sostenibles, en el Registro de Mercado de Valores, por $us 50 millones.
Economistas ponderaron el hecho, pues este tipo de herramientas en materia medioambiental es utilizado en todo el mundo y con buenos resultados para los países o las empresas. Sin embargo, coincidieron, en que las políticas estatales no acompañan el mercado, sobre todo cuando se denuncian avasallamientos en áreas protegidas o destrucción de patrimonios naturales.
El analista Jaime Dunn, explicó que ese dinero tiene que destinarse, por ejemplo, a la generación de energías renovables, ahorro y eficiencia energética o la conservación de la biodiversidad. “Para que eso suceda hay certificaciones que se deben cumplir. Existen estándares y principios que hace la International Capital Market Association (ICMA), que aseguran el cumplimiento de los requisitos para que se clasifiquen como bonos verdes”, precisó.
Por su parte, el economista Róger López consideró que el monto ($us 50 millones) es razonable para una primera emisión, pero advirtió que “es un poco preocupante” cuando hay bancos que son propiedad el Estado. “Pueden seleccionar proyectos de una forma metodológicamente incorrecta o que no sea basada en indicadores (…), porque los proyectos verdes pueden ser riesgosos. Hay que analizarlo con criterios técnicos, porque ese dinero (el banco) va a tener que devolverlo a los compradores de los bonos”, advirtió.
Añadió que el rendimiento de un valor de ese tipo debería ser superior a un depósito a plazo fijo (DPF), que ronda el 4% anual. EL DEBER solicitó detalles como este y otros aspectos al BDP, pero hasta el cierre de la presente edición, no se obtuvo una respuesta.
Cuestión de confianza
El economista Jorge Núñez del Prado, subrayó que la emisión de bonos es una buena forma para poder recaudar recursos frescos para un banco como el BDP, pero la posibilidad de “colocarlos” está en función de la confianza que genere un país como Bolivia. “El efecto que va a tener, siempre va a estar limitado por el condicionante de la calificación que tenemos a nivel internacional (…). Los países que han utilizado los bonos verdes han demostrado que los recursos que van a estar dirigidos a actividades absolutamente amigables y en defensa del medioambiente. Bolivia tendría que demostrarlo”, remarcó.
Mauricio Ríos García, experto en finanzas, fue más allá al indicar que una emisión de este tipo de bonos es una enorme contradicción en Bolivia: “A ver si tienen suerte, porque si hay uno de los países en el mundo que más ha destruido sus bosques verdes y sus reservas, es Bolivia. Y solamente me remito al ejemplo de la carretera que atraviesa el (parque nacional) Tipnis; no hay economía verde, no hay economía circular, contrario a lo que el Movimiento al Socialismo (MAS) decía en un principio para llegar al poder en 2005”, aseveró, mientras consideró que el Gobierno central debería hacer ajustes para reducir la deuda pública y la inflación.
Fuente: El Deber