Según las estimaciones del organismo, la pobreza extrema subió en el país de 12,1% a 14,7% y la pobreza moderada de 31,1% a 37,5% debido a la pandemia.
En 2020 en Bolivia la pobreza moderada aumentó de 31,1% a 37,5% y la pobreza extrema de 12,1% a 14,7% (con transferencias), producto de la crisis y la pandemia del coronavirus que golpeó al mundo, según las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
Los datos están incluidos en el informe anual Panorama Social de América Latina 2020, presentado por el organismo el pasado 4 de marzo (ver gráfica).
El documento revela que la pobreza moderada sin las transferencias de ingresos de emergencia hubiese alcanzado una tasa de 39%, mientras que la pobreza extrema estaría en 17%.
Impacto de la pandemia
El presidente del Colegio de Economistas de Bolivia, Jorge Akamine, opinó que varios organismos internacionales anticipan que los avances de lucha contra la pobreza sufrirán un retroceso de diez años, aunque no se disponen todavía de los datos oficiales del INE de 2020.
Sin embargo, las cifras de caída del PIB en 11,1% en 2020, la tasa de desempleo de 8,4% permiten avizorar que los niveles de pobreza aumentaron. “Hay gente que hoy no come, la extrema pobreza empeoró. Si no hay empleo las condiciones de vida se deterioran, ya no se puede comer tres veces al día, no se puede pagar el colegio”, precisó.
Además dijo que mucha gente que había transitado a la clase media gracias al crecimiento económico de años anteriores, ahora cayó en la pobreza y aquellos que dejaron la pobreza extrema volvieron a esa situación.
La directora del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad), Beatriz Muriel, sostuvo que es muy probable que la pobreza monetaria, que se estima a partir de los ingresos del hogar, haya aumentado en 2020.
“Esto se debe principalmente al hecho de que la caída del Producto Interno Bruto (PIB) ha conducido no solamente a un mayor desempleo, sino también a un mayor subempleo con personas que trabajan menos horas de las que desearían y/o que reciben menos ingresos laborales”, recalcó la economista. Los ingresos laborales componen cerca del 90% de los ingresos del hogar; por lo tanto, el desempeño de estos retornos incide directamente sobre la pobreza.
Muriel agregó que las políticas públicas, como bonos y subsidios, ayudan a amortiguar los efectos perversos de la crisis sanitaria; sin embargo, no son suficientes. En esta coyuntura es clave crear más y mejores empleos.
Se debe implementar políticas de generación de fuentes de trabajo de corto plazo en el sector público, pero lo más importante es promover la reactivación del sector privado, ya que éste impulsa alrededor de nueve de cada diez empleos. “El crecimiento económico puede reducir en alguna medida la pobreza, pero dependerá de la inclusión, creación de oportunidades, generación de mayores ingresos del hogar, sobre todo de la población más pobre”, manifestó Muriel.
Retroceso
Según las nuevas proyecciones de la Cepal, como consecuencia de la fuerte recesión económica en América Latina, que registrará una caída del PIB de 7,7%, se estima que en 2020 la tasa de pobreza extrema se situó en 12,5% y la tasa de pobreza alcanzó al 33,7% de la población en la región. Ello supone que el total de personas pobres ascendió a 209 millones a finales de 2020.
“Eso significa 22 millones de personas más que el año anterior. De ese total, 78 millones de personas se encontraron en situación de pobreza extrema, ocho millones más que en 2019”, remarca el informe.
La pobreza moderada y extrema alcanzaron en 2020 en América Latina niveles que no se han observado en los últimos 12 y 20 años, respectivamente.
La Cepal sostiene que estos indicadores habrían empeorado más de no implementarse medidas para transferir ingresos de emergencia a los hogares.
El informe estima que en 2020 unos 491 millones de latinoamericanos vivían con ingresos hasta tres veces la línea de pobreza. Alrededor de 59 millones de personas que en 2019 pertenecían a los estratos medios experimentaron un proceso de movilidad económica descendiente.
La Cepal sugiere en el corto plazo mantener un ingreso básico de emergencia (IBE), bono contra el hambre e IBE para mujeres; mientras que en el mediano y largo plazo se debe avanzar hacia un ingreso básico universal, priorizando a familias con niños, niñas y adolescentes y apostar por sistemas universales, integrales y sostenibles de protección social.
Cepal emplea información de encuesta de hogares
La Cepal puntualiza que las estimaciones de la pobreza y la desigualdad presentadas se basan en la información provista por las encuestas de hogares recogidas por las oficinas nacionales de estadística y otros organismos públicos de los países de la región y reunidas en el Banco de Datos de Encuestas de Hogares (Badehog) de la entidad.
Para los años en que no se dispone de una encuesta de hogares, la entidad realiza habitualmente una estimación de la pobreza mediante un modelo que modifica los ingresos medidos en la encuesta de hogares más reciente disponible, utilizando dos parámetros que representan la tasa de crecimiento del ingreso y el cambio distributivo previsto, respectivamente.
Se debe aclarar que los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre incidencia de pobreza extrema disponibles hasta 2019 reflejaban que ese año el indicador estaba en 12,9% y los de pobreza moderada en 37,2%, calculados a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares 2015-2016 (ver gráfica).
La institución ya en anteriores informes de la Cepal sobre pobreza en su momento llegó a puntualizar que sus cifras no coinciden con las estadísticas oficiales del país por aspectos metodológicos. Por ejemplo, en octubre de 2019, el INE subrayó que la Cepal para sus cálculos maneja una canasta de bienes y servicios “común y estándar” para todos los países; empero, en el caso boliviano (y de cualquier otro país) las canastas contemplan las realidades regionales de sus principales ciudades.
Fuente: Página Siete