El sueño del proyecto hidroeléctrico Rositas en el departamento de Santa Cruz quedará postergado al menos por otra década, debido a la sobreoferta de energía en el país. El anterior Gobierno del MAS suspendió el proyecto en reiteradas oportunidades. Ahora la actual administración descarta su ejecución, pese a que es el mayor proyecto anhelado de los cruceños, después del Mutún y Puerto Busch.
Así lo reveló al diario financiero money.com.bo el presidente de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), Jorge Cordero que durante el fin de semana estuvo en la capital cruceña participando del anuncio del XII Foro Internacional de Gas y Energía a realizarse del 16 al 18 de junio en nuestra ciudad.
“El proyecto Rositas es viable pero no es para esta década porque tenemos mucha oferta, hoy tenemos mucha potencia para 10 años prácticamente, en 10 años no deberíamos aumentar más potencia. En el pasado cada dos años había que aumentar potencia porque acompañaba la demanda. Con la sobreinversión que hicieron en la gestión pasada apareció mucha oferta.
Pero, ¿se lo podrá desarrollar en los próximos años?, se consultó al ejecutivo de ENDE, a lo que respondió: “Si va a servir para los próximos 10 años, ahí Rositas será un proyecto importante”, sintetizó.
Aclara que Rositas es un proyecto de uso múltiple pues tiene un componente de riego y otra parte cubre el sector eléctrico, entonces hay que compartir inversiones.
¿Y el proyecto El Bala? se le preguntó a lo que contestó: “El Bala no va, eso era para exportar y estas cosas no están capacitadas para entrar en negocios de exportación”
La hidroeléctrica Rositas es una ambiciosa obra que se prevé ejecutar sobre el río Grande en su cruce con el río Rositas, dentro del municipio de Cabezas, en Santa Cruz. La propuesta es parte de un complejo de siete megahidroeléctricas.
El costo estimado durante el gobierno de Morales fue de más de $us 1.500 millones, financiados con un crédito chino casi en su totalidad. Todas las fichas técnicas advierten un drástico impacto ambiental y social, ya que se desviaría el río, se relocalizaría a las comunidades y se afectaría drásticamente a varias áreas protegidas.
El proyecto data de la década del 60, fue impulsado en los 70, retomado el 2012 y ahora otra vez postergado. Empero, cabe aclarar que hay resistencia indígena y campesina al mencionado proyecto.
Lo que sí causa extrañeza es que la actual ministra de Medio Ambiente y Agua, María Elva Pinkert, se reunió con funcionarios de la Gobernación de Santa Cruz y de ENDE hace unas semanas con el objetivo de retomar el proyecto.
En su oportunidad, Roly Aguilera, en representación de la Gobernación de Santa Cruz, puntualizó como ventajas de la obra “el control de las inundaciones en el río Grande que afectan a los productores, la hidroeléctrica que inyectará 600 megavatios de energía eléctrica al sistema integrado nacional, el agua potable que se generará y, finalmente, el sistema de riego que se implementará”.
Empero, el Comité en Defensa de la Tierra y Territorio se declaró en emergencia y movilización permanente. A través de un manifiesto, reiteró su negativa al proyecto y reiteró que “para riego no es necesario construir la represa de la muerte”.
Según datos oficiales, Bolivia tiene una oferta de 3.00 MW de potencia instalada y la demanda a nivel nacional sólo alcanza a 1.800 MW. Esto muestra que no hay una necesidad de autoconsumo que justifique la obra y tampoco existen contratos de exportación que garanticen la inversión.
NO HAY EXPORTACIÓN DE ENERGÍA
Los anuncios de exportación de energía al mercado de Argentina solo quedan en sueño. Según el ejecutivo de ENDE, se ha instalado una planta termoeléctrica en Tarija, la Termoeléctrica del Sur, un ciclo combinado y se está terminando de construir una línea de transmisión en territorio argentino para llegar a una subestación donde hay que entregar, pero esa venta de energía no fue basada en un contrato previamente acordado entre países sino, fue para que Bolivia o ENDE vaya y compita con otros generadores en ese mercado,
“Si el precio nuestro fuera más barato que el precio que tienen los argentinos, podemos vender energía, si el precio nuestro es más alto los argentinos no la van a recibir, los argentinos buscan el precio mínimo y en eso aquí en la anterior gestión han apostado que nuestra energía iba ser más barata, pero hoy por hoy nuestra energía es más cara que en Argentina, entonces no hay nada que exportar”, finalizó.