Según el BCB, las inversiones de origen externo y privado son una fuente que apoya a las RIN, que afianzan la certidumbre y la estabilidad económica. Experto ve flaqueza en torno a seguridad jurídica y el aspecto tributario.
Mejoran los indicadores de inversión extranjera en el país. Según el Banco Central de Bolivia (BCB), la Inversión Extranjera Directa Bruta y la Neta fueron positivas en el primer trimestre de 2021, alcanzando a $us 233 millones y $us 130 millones, respectivamente, mayores a las registradas en similar periodo de la gestión 2020. La cifra de crecimiento representa un 47%.
Estas inversiones tanto de origen externo y privado son una fuente que apoya a las Reservas Internacionales Netas (RIN), demostrando la actual certidumbre y estabilidad política de la economía nacional, según indica el BCB.
En 2020, la pandemia del covid-19 impactó en el desempeño de la inversión del exterior de origen externo que llega al país. En el primer semestre de dicha gestión, de acuerdo con un reporte oficial del ente emisor, la inversión extranjera directa registró una cifra negativa de $us 189,9 millones, la más baja comparada con el mayor nivel logrado en 2013, cuando se alcanzaron $us 1.749 millones.
Para el economista y ex director del BCB, Róger Banegas, si bien la inversión extranjera directa registra un crecimiento, es todavía modesto debido a la incertidumbre en el país que no permite que esta variable fortalezcan las RIN y el crecimiento económico.
Algo negativo para la inversión extranjera, a su modo de ver, es la calificación de riesgo, con tendencia negativa, y el nivel de riesgo país que las entidades calificadoras del extranjero asignan a Bolivia.
“Es importante mejorar la estabilidad de la economía, los desequilibrios macroeconómicos en el sector fiscal y en las RIN y otro tipo de medidas que generan esas expectativas negativas desde el punto de vista de la inversión extranjera”, puntualizó Banegas.
Para el especialista en finanzas, Jaime Dunn, es positivo que Bolivia registre $us 130 millones de inversión extranjera neta, que asegura provienen del ámbito minero y del sector hidrocarburos. Ambos sectores, a su criterio, son sensibles a la seguridad jurídica y al aspecto tributario, dos aspectos en los que Bolivia no ha mostrado mejora. “Esto hace que estos dos sectores sean siempre afectados por el tema tributario y de inseguridad jurídica”, comentó.
Hace notar que el efecto de la pandemia en 2020 tuvo también un impacto negativo y no ayudó a que las cifras de inversión directa neta sean positivas.
A pesar del ritmo de crecimiento de la inversión extranjera, Dunn hace notar que no es suficiente y lo que se debe hacer es trabajar en la seguridad jurídica y el aspecto tributario en el ámbito minero e hidrocarburos para hacer crecer rápidamente, de manera contundente, el ingreso de capitales externos, para así incrementar las RIN.
La cifra no es alentadora
El economista Juan Pablo Suárez, director del Instituto Cruceño de Estadística (ICE), cree que el crecimiento de la inversión extranjera que registra el país, como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), comparada con la de los países de Latinoamérica, es una de las más “irrisorias”.
Para Suárez, el dato no es alentador. “No estamos ni cerca de los niveles necesarios para generar empleo y desarrollo económico”, puntualizó.
Persiste la incertidumbre
Según el Informe sobre las Inversiones en el Mundo 2021de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), publicado el 21 de junio, la inversión extranjera directa (IED) mundial recuperará algo de terreno perdido, pero la incertidumbre persiste. Los flujos de inversión se desplomaron a escala mundial un 35% en 2020 debido a la pandemia del Covid-19.
Los confinamientos causados por la pandemia en todo el mundo ralentizaron los proyectos de inversión existentes, y las perspectivas de una recesión llevaron a las empresas multinacionales a reevaluar nuevos proyectos.
Las tendencias de la IED en 2020 variaron significativamente, según la región. Las regiones en desarrollo y las economías en transición, se vieron relativamente más afectadas por el impacto de la pandemia en la inversión en actividades basadas en recursos e intensivas en cadenas de valor mundiales. Las asimetrías en el espacio fiscal para el despliegue de medidas de apoyo económico también generaron diferencias regionales.
Los flujos de IED hacia Europa cayeron un 80%, mientras que los de América del Norte disminuyeron de forma menos pronunciada (-40%). La caída de los flujos de IED en las regiones en desarrollo fue desigual, con un 45% en América Latina y el Caribe y un 16% en África. De cara al futuro, se espera que los flujos mundiales de IED toquen fondo en 2021 y recuperen algo de terreno perdido con un aumento del 10 al 15%.
Fuente: El Deber