El Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó que el mundo se enfrenta a “una crisis como ninguna otra”. La pandemia del coronavirus “ha alterado el orden económico y social a la velocidad de un rayo y provocará un impacto en la economía global”. Bolivia no es una isla y siente los efectos. El transporte, turismo, la gastronomía, la construcción, pequeñas y medianas empresas y miles de industrias están en serios problemas. Los empresarios necesitan urgentemente una inyección equivalente al 20% del PIB nacional ($us 8.000 millones) o sino quiebran. El Colegio de Economistas de Bolivia, estima pérdidas por $us 7,7 millones por día sin incluir al sector de gas y minería.
La Cámara Nacional de Comercio (CNC) levantó en anteriores días una encuesta en la que refleja que 6 de cada 10 empresas han sufrido una caída de sus ingresos de más del 70%; 17% de los empresarios señalan que cerrarán sus negocios producto de la pandemia; 9 de cada 10 operadores de turismo no han tenido ningún ingreso. La pérdida de liquidez, el pago de salarios y los alquileres son los principales problemas de los empresarios.
Por ello exigen una mayor liquidez al Gobierno, pago del Estado a los proveedores, apertura de mercados externos, creación de un fondo de reactivación económica para empresarios y preservar los empleos, estrategias específicas para reactivar al sector turismo y actividades gastronómicas, cambios en códigos tributarios y laborales, etc.
Por su lado, el presidente de la Cámara de Industria, Comerio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), Fernando Hurtado, pidió a la presidente actuar con contundencia y de manera inmediata, pues cientos de empresas de gastronomía, turismo, inmobiliaria, entre otros están a punto de cerrar sus puertas.
“Todas las empresas estamos llegando a niveles insostenibles por esa falta de apoyo. Ha pasado un mes del primer caso de coronavirus y a pesar de las medidas aprobadas por el Gobierno, muchas de ellas aún no se pueden aplicar. Si no operativizamos la inyección de dinero a la economía enfrentaremos una quiebra masiva de empresas, tanto micro como pequeñas, medianas y grandes empresas, sean formales e informales”, advirtió el directivo empresarial.
Hurtado aseveró que desde el inicio de la emergencia sanitaria, las empresas de muchos rubros no tienen ningún ingreso y otras sólo han logrado ventas reducidas con gran esfuerzo. Pero, se tiene que pagar a proveedores, a colaboradores y los servicios esenciales que requieren para mantener viva a la empresa.
“Ahora se trata de evitar que un gran número de personas y empresas caigan al vacío. No se busca acelerar el crecimiento económico, sino tapar los huecos para que el barco no se hunda. Tenemos que hacer todo lo que está en nuestras manos para lograr que las luces no se apaguen. Este es el desafío. Para enfrentarlo vamos a necesitar una inyección equivalente al 20% del PIB”, dijo.
Al respecto, el presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), Ibo Blazicevic, reveló a money.com.bo que sólo el 17% de las industrias denominadas esenciales en la emergencia sanitaria del coronavirus en Bolivia están operando con “relativa normalidad, el resto están paralizadas u operando al mínimo de su capacidad instalada. El total de la industria manufacturera que no está operando pierde alrededor de 700 mil dólares por día de cuarentena”.
De acuerdo a J.P. Morgan Chase Institute a nivel internacional el 50% de las empresas tienen una capacidad en torno a los 27 días para continuar cumpliendo sus obligaciones salariales, crediticias, tributarias, pago a proveedores, pagos a la seguridad social, etc. si sus ingresos se paralizan en la actual emergencia sanitaria del Coronavirus.
En este contexto en Bolivia se encuentran empresas industriales de los rubros declarados como no esenciales: metalmecánica, plásticos, muebles, textiles, materiales de construcción, etc.
Jorge Akamine, presidente del Colegio de Economistas de Bolivia va más allá y asegura que Bolivia pierde unos 7,7 millones de dólares por día, en un escenario optimista y sin contar los sectores de gas, energía y minería.
El ente colegiado envió cinco cartas a la presidente Jeanine Áñez en las que recomienda acciones urgentes.
Humberto López, Vicepresidente en funciones y director de Estrategia y Operaciones del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, sintetizó que “aún no hemos comenzado a ver la verdadera dimensión de lo que ocurre, ni cuál será su impacto real en los sectores más pobres y desprotegidos, pero sabemos que ese impacto pronto será una consecuencia más del coronavirus”.
Refirió que los ingresos de las familias, el empleo, la seguridad alimentaria, el éxito de sectores cruciales de la economía y la salud de las cuentas públicas dependen en buena medida de que la producción, la inversión y el consumo no se detengan o sufran lo menos posible.
Para ello es necesario que las empresas, grandes y pequeñas, cuenten con capital de trabajo, por ejemplo. Y que las cadenas de pagos y suministros de bienes esenciales no se corten. “Pero recordémoslo una vez más: los más pobres y los trabajadores informales son los más vulnerables. En ese sentido, reforzar los sistemas estatales de contención social para que puedan asimilar el shock es fundamental. Entendemos que debemos movernos de manera rápida frente a esta crisis, y que nuestra respuesta debe ser efectiva y flexible, adaptada a las necesidades de países con problemas e idiosincrasias particulares”.
Añade que estas necesidades pueden estar ligadas al sector de la salud como a la infraestructura eléctrica, la provisión de banda ancha de Internet o la distribución de almuerzos escolares, por ejemplo, todas funciones que son esenciales en momentos de crisis.
El compromiso del Banco Mundial es claro: trabajar junto a los países en la región y seguir apoyando en esta difícil situación, angustiante para muchísimas familias. “A la gente hay que darle esperanza, pero a la esperanza hay que alimentarla con acciones”, apuntó.