Con botellas de alcohol en la mano, los contentos feligreses toman asiento para escuchar el sermón en la iglesia Gabola de Sudáfrica, donde los parroquianos pueden beber durante la misa.
El país, muy castigado por la pandemia de covid-19, impuso uno de los confinamientos más estrictos del mundo y prohibió la venta de alcohol para aliviar la carga de las urgencias de los hospitales.
Pero a mediados de agosto se levantó la prohibición y en la última misa, organizada en una taberna del suburbio obrero de Evaton, a 50 km al sur de Johannesburgo, los feligreses pudieron hacer como siempre, beber durante el oficio.
Fundada en 2017 por Tsietsi Makiti para atraer a quienes, de todos modos, habrían sido rechazados por las iglesias católicas y evangélicas, que se oponen al consumo de alcohol, la iglesia Gabola suele celebrar sus ceremonias en pubs o restaurantes.
“Jesús nos enseñó a pescar en donde haya peces. Es en las tabernas, en los ‘shebeens’ [bares], donde encontramos a los hijos de Dios que las otras iglesias no han querido a causa de su amor por el alcohol”, explica a la AFP Makiti, de 54 años.
“Acogemos a quienes les gusta el alcohol”, agrega, afirmando que la iglesia cuenta con fieles también en el extranjero, en Canadá, Suiza, Alemania y Brasil.
En la habitación que hace las veces de iglesia, las sillas están separadas por un metro de distancia, conforme al protocolo impuesto por la pandemia. Los fieles, por su parte, beben con pajita, mientras escuchan el sermón.
El púlpito improvisado está decorado con botellas de ginebra y de cerveza. La mitra negra y dorada del fundador del movimiento está decorada con dos botellas en miniatura de whisky de Amarula, un licor muy popular en Sudáfrica.
“¡Fiesta!”
“Ahora que se ha retirado la prohibición de la venta de alcohol, todo es tan alegre… ¡Estamos de fiesta!”, lanza Tsietsi Makiti, el “papa” autoproclamado.
“El alcohol es lo único que nos une a Dios, pues si estoy bajo la influencia del alcohol, estoy bajo la influencia del Espíritu Santo”, explica, con semblante serio.
La prohibición de la venta de alcohol fue un “trago duro para la iglesia Gabola”, que no es miembro del Consejo Sudafricano de Iglesias (SACC).
“No reconocemos a Gabola como una iglesia de Jesucristo en el Espíritu Santo. Existen muchas organizaciones que se llaman a sí mismas ‘iglesias’”, señala Malusi Mpumlwana, secretario general del SACC.
En Gabola, que significa “beber” en tswana, uno de los idiomas oficiales de Sudáfrica, no leen la Biblia. El fundador de esta iglesia afirma que está escribiendo la suya propia. Tampoco hay ofrendas ni se pasa el cepillo, tan solo se pide a los fieles que lleven algo de beber.
“Solo Dios puede juzgarnos”
Portia Nzimande dejó la iglesia ortodoxa para unirse a la comunidad Gabola y no se arrepiente.
“Solo Dios puede juzgarnos. Lo que hacemos aquí es nuestra vida. No le debemos explicaciones a nadie”, afirma. “Nos divertimos porque rezamos y bebemos al mismo tiempo”.
Para algunos estas reuniones no son más que una excusa para beber. Pero “tenemos miembros que no beben”, subraya Siphiwe Mafuinsa, de 42 años, “arzobispa” de la iglesia Gabola.
“Es tan solo una iglesia, una iglesia normal, pero nos llamamos ‘Gabola’ porque la mayoría de nosotros bebe”, señala.
Para Ephraim Seliane, un hostelero de 37 años, “no hay nada como Gabola, porque estás entre personas que te permiten ser tú mismo”.
AFP.