El país tiene un tesoro sin explotar que está llamando la atención de China: el cobre. También alberga reservas de materias primas como, hierro, mercurio, cobalto y litio, útiles para la industria de alta tecnología.
Con un PIB de 500 dólares per cápita, según el Banco Mundial, Afganistán -que ha vuelto a ser gobernado por los talibanes esta semana- se encuentra entre los países más pobres del mundo. Su economía se basa principalmente en la agricultura, que representa una cuarta parte del PIB, excluyendo la producción de adormidera (o amapola real), y emplea al 44% de la población activa. Pero el país tiene un tesoro sin explotar que está llamando la atención de China: el cobre.
Afganistán sigue siendo, sobre todo, el primer productor mundial de opio, con campos de adormidera cada vez más extensos. Una economía ilegal que puede representar hasta un tercio de su PIB.
El país también alberga reservas de materias primas como cobre, hierro, mercurio, cobalto y litio, útiles para la industria de alta tecnología. Pero casi ninguna mina se explota debido a la inseguridad y la falta de inversión.
Para el politólogo afgano Khalid Yousafzai, experto en política energética de Sciences Po en París, de los países que ya han reconocido el dominio talibán, China es el que más tiene que ganar.
“En primer lugar, China también se alegra de que Estados Unidos se haya retirado de su ‘patio trasero’. Y ahora pueden hacer lo que quieran en este espacio no gobernado. Los talibanes buscan desesperadamente el reconocimiento y la atención y, a cambio de ello, les permitirá hacer lo que quieran con el país, tanto desde el punto de vista geopolítico como económico. Para China, es una gran posibilidad de ampliar sus raíces e intereses en Afganistán”, afirma el experto.
Yousafzai destaca que China, que ya ha firmado un importante contrato, tiene un proyecto a largo plazo en el país, siempre vinculado al cobre.
“China tiene un gran interés en el sector mineral de Afganistán. Han firmado un contrato para explorar las minas de cobre de Mes Aynak, que es una zona de exploración de cobre valorada en muchos miles de millones de dólares. Y eso es sólo el principio. Así que el interés de China en Afganistán es principalmente explotar estas minas de cobre e influir en Asia Central. Ya tienen el contrato de Mes Aynak y sin duda ampliarán esta actividad a otras zonas”, apuesta.
Infraestructura para la exploración de cobre
China también invierte en infraestructuras en Afganistán, siempre que estén vinculadas a la actividad de exploración minera.
Según Yousafzai, los chinos tienen varios proyectos en Afganistán, sobre todo de infraestructuras para permitir la explotación de minas de cobre. Por ejemplo, han trabajado en la construcción de la carretera que conecta Kabul con Jalalabad, así como en otras carreteras importantes. “Trabajan mucho en el centro de Afganistán, pero su principal interés comercial es la minería del cobre. Esto formaba parte del acuerdo: los cánones son más bajos para China cuando invierte en infraestructuras en la zona minera. Han realizado grandes proyectos que pueden influir en el PIB afgano durante al menos 10 o 20 años”, afirma.
Para Pierre Haski, experto en geopolítica y presidente de la ONG Reporteros sin Fronteras, Pakistán es uno de los países clave en las nuevas Rutas de la Seda dirigidas por Pekín.
“China ha invertido más de 60.000 millones de dólares en Pakistán. Y luego está esta idea que sería asociar a Afganistán con esta nueva Ruta de la Seda. Esto daría a China una capacidad de penetración económica en Afganistán y sería una bocanada de oxígeno para los talibanes, porque saben que hoy estarán aislados del mundo occidental”, dijo el experto en una entrevista con France Info.
Irán: Agua y productos básicos
Los intereses de Irán, en cambio, según Yousafzai, se centran principalmente en el Tratado de Aguas, que ha firmado con su vecino, y en la venta de productos básicos:
“Irán estaba tenso por este tratado sobre el agua con el Gobierno de Afganistán. Querían renegociarlo porque el gobierno de Ashraf Ghani estaba construyendo embalses a lo largo del río Helmand, que conecta los dos países. Y eso preocupó a Irán, que temía la escasez de agua en algunas regiones. Con los talibanes en el poder, Irán está contento de darles reconocimiento a cambio de no tener tantas restricciones en el tema del agua”, dijo.
Según el politólogo, cuando los talibanes dejaron el poder hace veinte años, Pakistán, que dominaba el mercado afgano, fue sustituido lentamente por Irán.
“A la industria iraní le encantó esta oportunidad de tener más espacio en el mercado afgano. En Kabul o Jalalabad, hace veinte años, entre el 80% y el 90% de los estantes de los supermercados tenían productos pakistaníes. Hoy, la mayoría es iraní. Afganistán es un mercado para las materias primas de Irán y, desde luego, no querrán estropearlo; trabajarán con quien esté en el poder”, analiza.
Retirada de Estados Unidos
La guerra que Estados Unidos libró en Afganistán, aparte de las vidas, costó al país 800.000 millones de dólares, según el Pentágono, pero el coste real puede ser el doble.
Los expertos afirman que parte de la inversión estadounidense en el ejército afgano sirvió precisamente para financiar -mediante la venta ilegal de armas y municiones- a las fuerzas talibanes que hoy gobiernan el país.
La salida de Estados Unidos de Afganistán abre el camino para que países como China, Rusia e Irán exploten el mercado y los recursos del país, ahora gobernado por los talibanes.
Fuente: El Deber