La decisión de aumentar las tasas de interés es una de las más difíciles. La inflación en la zona euro se ubicó en 8,1% en junio pasado, y aunque el primer objetivo de la BCE es frenar la inflación, el riesgo es que el alza de los intereses desemboque en una rápida desaceleración de las economías que conduzca a una recesión. La velocidad a la que la tasa de interés aumente será decisiva.
Cuando en junio pasado la BCE anunció que se disponía a aumentar sus tasas de interés, la prima de riesgo de los países más frágiles como Grecia, Italia, Portugal o España, aumentó inmediatamente.
El inicio de incendio, que recuerda la crisis de hace una década, se frenó cuando la institución financiera dijo que crearía una herramienta pare evitar ese tipo de distorsión.
La reorientación del BCE llega en momentos en los que los países de la zona euro arrastran gigantescas deudas contraídas para combatir los efectos de la pandemia del Covid en sus economías; cualquier incremento supone pagar miles de millones de euros más en intereses.
Al mismo tiempo el BCE está obligado a modificar su política de tasas de interés. Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña ya lo hicieron. En un contexto de aumento de precios de las importaciones la depreciación del euro frente al dólar se traduce por pérdida de poder adquisitivo de los europeos.
Fuente: RFI Noticias