El “Polarstern” regresa del Ártico con un mensaje alarmante sobre el deshielo de la banquisa

Después de un año de investigaciones en el Polo Norte, la mayor expedición científica realizada en esta zona regresará a Alemania el lunes con una conclusión alarmante: la banquisa del Ártico se está derritiendo “a un ritmo alarmante”.

Debido a la pandemia de coronavirus, el regreso del rompehielos “Polarstern” del Instituto Alfred-Wegener alemán a su puerto de origen de Bremerhaven, en el noroeste del país, se realizará con relativa discreción.

Pero los datos exhaustivos que reunieron los equipos internacionales durante los meses en que el buque de investigación científica estuvo explorando el Polo Norte proporcionarán información muy valiosa sobre el cambio climático.

Durante el verano, los científicos pudieron ver por sí mismos el avance del retroceso de la banquisa en esta región, considerada por los científicos como “el epicentro del calentamiento global”, según el jefe de la misión, Markus Rex.

“Hielo lleno de agujeros”

“Vimos grandes superficies de agua líquida casi hasta el polo, rodeadas de hielo que estaba plagado de agujeros debido al derretimiento masivo”, dice este climatólogo y físico. “La banquisa del Ártico se está derritiendo a un ritmo alarmante”, asegura.

Trozos de hielo cerca del CCGS Amundsen, un rompehielos de investigación canadiense que navegó en el Ártico Superior canadiense, el 23 de septiembre de 2015

Un diagnóstico confirmado por las observaciones de los satélites en Estados Unidos, que revelaron que la banquisa de verano se había derretido hasta representar una superficie que es la segunda más pequeña registrada históricamente, después de la de 2012.

Durante 389 días, la misión, llamada MOSAIC, estudió la atmósfera, el océano, la banquisa y el ecosistema para recoger datos que evaluarán el impacto del cambio climático en la región y en el mundo.

Se espera que el análisis completo de los datos lleve uno o dos años. El objetivo es desarrollar modelos de predicción climática para determinar cómo serán las olas de calor, las lluvias intensas o las tormentas dentro de 20, 50 o 100 años.

“Para construir modelos climáticos, necesitamos observaciones in situ”, explica AFP Radiance Calmer, una investigadora de ciencias atmosféricas de la universidad estadounidense de Colorado que estuvo en el “Polarstern” de junio a septiembre.

Con la ayuda de un dron, “medimos la temperatura, la humedad, la presión y el viento” lo que “nos dará una imagen de la capa atmosférica muy útil para establecer un modelo climático”, dice la científica, que describe como “mágico” el momento en el que caminó sobre la banquisa.

“Puedes sentir cómo se mueve si te concentras (…) Es importante tomarse el tiempo para observar, no solo para estar concentrado en tu trabajo”, dice.

Desde la salida de la expedición desde Tromsø, en Noruega, el 20 de septiembre de 2019, los científicos pasaron largos meses en la oscuridad absoluta, con temperaturas que cayeron hasta los -39,5°C, y recibieron la visita de unos 20 osos polares.

En primavera, la pandemia de nuevo coronavirus interrumpió la aventura, ya que los equipos tuvieron que permanecer dos meses más en el Polo Norte.

En total, varios cientos de expertos y científicos de 20 países diferentes permanecieron en el barco alemán, que se dejó deslizar junto a los hielos siguiendo la llamada deriva polar, la corriente oceánica que fluye de este a oeste en el Océano Ártico.

Los investigadores también estudiaron la vida debajo del hielo y recolectaron muestras de agua para analizar el plancton vegetal y las bacterias para comprender mejor el funcionamiento del ecosistema en condiciones extremas.

AFP.

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