India, país limítrofe con China, detectó su primer caso de Covid-19 el 30 de enero, 17 días después de Tailandia. Pero fue en Kerala, el estado federal probablemente mejor preparado para enfrentar la pandemia.
Esta región, situada en el extremo sur del subcontinente, no sólo tiene la población más educada del país (94% de alfabetización), lo que facilita la comprensión y el seguimiento de las instrucciones, sino que sus líderes se tomaron la amenaza muy en serio.
Kerala, una barrera protectora
En 2018, Kerala se enfrentó a una epidemia de Nipah, un virus de encefalitis transmitida por murciélagos que, al igual que la Covid-19, no se puede curar con ningún fármaco o vacuna. Aunque 17 personas fallecieron, las autoridades lograron contener la propagación de este peligroso virus, lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró como un “ejemplo de éxito”, señala un reporte del portal rfi.
Kerala tiene una diáspora muy grande, por lo que cuando la epidemia de coronavirus creció en China en enero, las autoridades intensificaron rápidamente los controles sanitarios en los aeropuertos, lo que permitió que los tres primeros casos de personas infectadas fueran interceptados. Estos pacientes fueron tratados con éxito, sin haber infectado a otros indios. Así, la primera ola se retrasó e India no registró más casos durante un mes, mientras que en Francia se detectaban 200 casos y en Italia 2.000.
Las autoridades indias aprovecharon este respiro para cerrar gradualmente las fronteras: el 26 de febrero se cancelaron todos los visados para los extranjeros procedentes de China, medida que se amplió el 2 de marzo a los que venían de Corea del Sur, Japón, Irán e Italia.
El “distanciamiento físico” a la india
La segunda ola llegó en el norte del país, debido a gente que regresaba de Italia o turistas italianos, que propagaron el virus entre Nueva Delhi y Rajastán. Estas nuevas infecciones se detectaron a partir del 2 de marzo, lo que aceleró el cierre de las fronteras: se prohibió a los pasajeros de Europa continental, el Reino Unido y Turquía entrar en el país a partir del 18 de marzo y a todos los vuelos internacionales a partir del 22.
El 25 de marzo, se decidió el confinamiento de toda la población. Algunos estados, como Kerala y Nueva Delhi, habían tomado la delantera unos días antes. Como consecuencia, todos los transportes fueron paralizados.
India tuvo que reinventarse. Allí, los ciudadanos están acostumbrados a vivir en ciudades abarrotadas. Frente a las tiendas, algunos comerciantes dibujaron círculos blancos con tiza, a un metro de distancia, un sistema que funcionó mejor en los barrios más acomodados, donde no se vive a 10 en una pieza.
Esta cuarentena brutal fue relativamente respetada. El primer ministro, Narendra Modi, desplegó trucos de comunicación política, como decretar un confinamiento voluntario y “popular”, durante el cual se rindió un homenaje al personal sanitario. También pidió, unos días más tarde, que se apagaran las luces y se prendieran velas durante nueve minutos a las nueve de la noche.
India ganó la primera batalla
Después de cinco semanas de cuarentena, la economía india está de rodillas, pero la primera batalla contra el virus parece ganada. El número de casos y muertes se duplica en 10 días, lo que representa una fuerte disminución. Estados enteros como Goa y el Noreste han erradicado teóricamente el virus, mientras que en Kerala el número de casos activos se ha reducido a la mitad en 15 días.
Las autoridades federales se enorgullecen de haber permanecido en la etapa 2 de la pandemia, donde cada contaminación puede ser rastreada. Esta resistencia de la población sorprende a los especialistas, que temían una hecatombe: algunos adelantan la edad joven de los indios, otros, el efecto protector de la vacuna contra el BCG, generalizado en el país. Es cierto que sólo se realizan 33 pruebas por día y por millón de habitantes, 13 veces menos que en Estados Unidos, lo que puede ocultar muchos casos. Pero los hospitales públicos no están todavía saturados.
Este rayo de esperanza ha llevado a las autoridades a anunciar un desconfinamiento gradual a partir del lunes 4 de mayo en las zonas rurales y regiones menos afectadas. Las grandes ciudades, de momento, tendrán que esperar.