Hay tres letras que todos los analistas repiten estos días: la V, la U y la L. Cada una describe una potencial curva de evolución de la economía en tiempos de coronavirus.
- La V augura una caída rápida seguida de un crecimiento igual de rápido. Las fábricas chinas están cerradas y los contenedores con productos no salen de los puertos. Las cadenas globales de suministro se han ralentizado, pero en cuanto el país se ponga en marcha todo volverá a ser como antes: las empresas que importen de China estarán ávidas de material y la “demanda embalsada” (la que no compraba porque no había oferta, no porque no quisiera) hará que la recuperación sea rápida.
Esta es la hipótesis que más se repetía hasta principios de la semana pasada. - La U se parece a la V, pero es más lenta. “La caída ya sabíamos que iba a ser rápida, así que la primera pata de la V la conocíamos”, apunta Ernesto Dos Santos, economista de BBVA Research. “Pero hay riesgo de que la recuperación no sea tan rápida. Si la subida nos cuesta un poco más, la curva se parecerá a una U”.
Esta es la hipótesis que empezaba a deslizarse a finales de la semana pasada. - La L es la más catastrófica de todas: una caída fulgurante seguida de una lentísima recuperación. “Si nos quedamos mucho tiempo así, podríamos vernos en una L”, continúa Dos Santos. Esta teoría apenas tiene peso de momento: algunas fábricas reabren en China y el número de infectados y fallecidos en Europa aún está lejos de las cifras del país asiático.
“Yo creo que como mucho será una U. Dependerá de la evolución y reacción de los Gobiernos, de si se ponen todos de acuerdo en los estímulos fiscales para ir más rápido…”, añade la profesora e investigadora económica Mariam Camarero, de la Universidad Jaume I. “Y todo dependerá del alcance que tenga”.
‘Shock’ por los dos lados
El cierre de fábricas en China —que provoca problemas de suministro a pequeñas y grandes empresas— ha causado lo que en economía se conoce como un ‘shock’ de oferta. El país representa el 30% de la producción mundial de manufacturas, el 12% de las exportaciones totales y el 18% del gasto en turismo. Su importancia en la economía global es tal que no es extraña esa sensación entre empresarios de que, si se para China, se para el mundo.
“Las mayoría de crisis económicas nacen en el lado de la demanda: la gente no consume todo lo que se produce, así que las empresas no recuperan costes y quiebran. “El ‘shock’ de demanda puede venir de una menor confianza en la economía. Puede tener un origen político”, dice Dos Santos. “Tiene que ver con el consumo de los hogares, la inversión de las empresas… La gente se asusta y dice: no voy a consumir porque las cosas no pintan bien”.
El miedo puede jugar una pésima jugada a la economía, dice el economista jefe de UBS Global Wealth Management, Paul Donovan. “El impacto económico del coronavirus se siente a través del miedo. El miedo cambia el comportamiento del consumidor (cambiando los patrones de demanda). El miedo cambia el comportamiento de las empresas (prohibición de viajes). El miedo cambia el comportamiento de los responsables políticos (la Reserva Federal de los EE.UU. parece tener miedo)”, reflexiona. “La pregunta imposible para los economistas es ‘¿Hasta dónde llega el miedo?'”.
Un ‘shock’ de oferta como el que nos ocupa es más raro. “No son frecuentes. El primero que tuvimos fue la crisis del petróleo”, añade Camarero. “Cuando la OPEP decidió limitar la producción y exportación de petróleo, el precio del petróleo subió mucho de repente”. La actividad económica se redujo en los países afectados, que respondieron con medidas para limitar su dependencia. “También tuvo sus efectos positivos. Ante un ‘shock’ de oferta en negativo, hay que ayudarse para empujar la actividad económica”.
“Imagínate que una empresa que produce en el País Vasco necesita componentes de Asia o Italia”, ejemplifica Dos Santos. “Ahora mismo solo puede tenerlo pagando mucho más, con lo cual aumenta el coste de producción”.
La primera consecuencia del ‘shock’ del Covid-19 se ha visto en Japón, que ya está al borde de la recesión. “Tiene menos ventas a China. Y le faltaban piezas de recambio que importa de allí”, considera Robert Tornabell, ex decano de ESADE y profesor emérito de finanzas. “Japón será el típico caso de recesión en V. El Banco de Japón ya está inyectando liquidez y comprando bonos de empresas“.
El problema debería ser, en principio, puntual. Muchas empresas están moviendo la producción a otros países —una tendencia que no es nueva, porque China ya no es tan barata como otros países asiáticos: Vietnam, Bangladesh— y tratando de reducir su dependencia. “Es un problema de suministro. Una cosa extraña, que no pasa frecuentemente”, continúa Camarero. “Es como si hay un terremoto y te destruye fábricas. Lo bueno es que las fabricas siguen ahí y la gente volverá a trabajar”.
La OCDE ya ha rebajado, sin embargo, su previsión de crecimiento en 2020 para la zona Euro: un 0,5% respecto a la predicción de noviembre, del 2,9%. Su informe señala que “las perspectivas de crecimiento sieguen siendo muy inciertas” y que el brote ha traído “una gran perturbación a la economía”.
¿Por qué ve la cosa tan negra si en teoría esto iba a ser puntual? A medida que avanzaba el problema de la oferta nacía otro, el de demanda. “Ahora tenemos las dos cosas”, dice el economista de BBVA. “En los países más afectados la gente no puede ir a trabajar, se queda en casa. Y está el tema de la confianza: la gente ve que la cosa no va bien y no se plantea gastar”.
Un ejemplo claro es el turismo. La Organización Mundial del Turismo estima que las llegadas de turistas internacionales caerán entre un 1% y un 3% en 2020, una pérdida que valora entre 25.000 y 45.000 millones de euros. Nuestro país, muy dependiente, ya lo está notando: la incertidumbre y las noticias de infectados han causado una caída del 35% de las reservas de Semana Santa con respecto a 2019. Los hoteles mandan a los trabajadores a sus casas, obligados a coger vacaciones ante la falta de producción. Eso es un ‘shock’ de demanda que, solo en España, afecta a más de dos millones de trabajadores.
Quién solucionará esta historia
Que caigan la “oferta” y la “demanda” a la vez no significa que el mercado vaya a equilibrarlas, porque confluyen sectores muy distintos. “Ambos ‘shocks’ son negativos. Van en la misma dirección: reducir la actividad económica global”, continúa Dos Santos. El contagio también se propaga a los mercados financieros.
Las políticas para paliar el impacto van en dos direcciones. Por un lado, monetarias. La Reserva Federal de Estados Unidos ha rebajado medio punto los tipos de interés, aun reconociendo que eso no reparará la cadena de suministro (el punto de partida del problema). Una bajada del precio del dinero en Estados Unidos no hará que abran las fábricas de China, pero la FED interpreta que así “dará un empujón a la economía”. Analistas, gestoras y bancos de inversión han puesto en duda su eficacia, admitiendo que “puede servir para tranquilizar a los mercados”.
“Ante un ‘shock’ de oferta, la política monetaria puede ayudar poco”, considera Dos Santos. “Resulta más efectiva la política fiscal, que ya estamos viendo en China y en Italia poco a poco”. Bas Fransen, director de mercado de capitales de la Caja de Ingenieros, opina igual. “En Europa los tipos ya son bajos. La FED los bajó y no ha tenido impacto en bolsas y mercados”, dice. “Una buena medida sería el impulso fiscal y el mayor gasto público dirigido a los sectores que más lo necesitan desde Alemania, con consecuencias para toda la Eurozona. Eso sería una buena noticia”.
La Unión Europea ya se ha mostrado abierta a tomar medidas fiscales o flexibilizar las metas de déficit público.
Que el coronavirus afectará a la economía española y al empleo es algo que el Gobierno ya da por descontado. Además del turismo, a corto plazo el sector más tocado será la automoción. Aunque hay diferentes percepciones de cómo afectará a España. El economista jefe de Arcano, Ignacio de la Torre, cree que la recuperación será “asimétrica”: dependerá de la situación de cada país y del impacto de la enfermedad.
“No hay que alarmarse, habrá recuperaciones pero no serán simétricas, unos países van a sufrir menos que otros”, apunta. De la Torre considera que habrá una recuperación en V en los países de Occidente frente a una recuperación en U en los países asiáticas y emergentes.
“Dependemos de otros países para las piezas”, concluye Camarero. “A medio plazo, si la gente está en casa y no compra, también impactará. Muchas veces, el problema es que el ‘shock’ afecte a un país más que a los demás. Pero en Europa nos afecta a todos y hoy en día todos los productos están vinculados. Es difícil de prever, pero probablemente seguiremos el ritmo de Europa”.
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