“Que callen las armas”, reclamó este viernes el papa Francisco poco después de llegar a Irak para la primera visita de un pontífice a este país diezmado por las guerras y las persecuciones, saludando a los cristianos que decidieron permanecer.
Entre fuertes medidas de seguridad y con mascarilla por las medidas anticovid, el papa de 84 años viajó como “un peregrino de la paz” para reconfortar a una de las más antiguas comunidades cristianas del mundo, marcada por la violencia y la pobreza.
Durante su estancia, que terminará el lunes tras recorrer 1.445 kilómetros especialmente por aire para evitar las zonas donde se esconden los yihadistas, el pontífice argentino también tenderá la mano a los musulmanes y se reunirá con el gran ayatolá Alí Sistani, la máxima autoridad chiita.
El jefe de los 1.300 millones de católicos del mundo evocó todos los asuntos candentes en Irak ante sus principales dirigentes, entre ellos el presidente Barham Saleh, quien le envió una invitación oficial para esta visita sin precedentes.
“Basta de violencia”
“Basta de violencia, de extremismos, de facciones, de intolerancias”, dijo el papa. Basta también de “corrupción”, el motivo por el que cientos de miles de iraquíes manifestaron a fines de 2019.
Entonces, Francisco también urgió al país a dejar de reprimir a sus jóvenes que pedían justicia. “Hay que construir la justicia”, reiteró este viernes.
Y “que ninguno sea considerado ciudadano de segunda clase”, sobre todo los cristianos –1% de la población en este país musulmán– ni los yazidíes, minoría perseguida por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) que vendió a miles de sus mujeres en “mercados de esclavos”.
El pontífice denunció así “una barbarie insensata y deshumana” perpetrada en Irak, la antigua Mesopotamia, “cuna de la civilización”.
El argentino recordó “la antiquísima presencia de los cristianos en esta tierra”, donde según la tradición nació Abraham, y abogó por “su participación en la vida pública” como “ciudadanos que gozan plenamente de derechos, libertad y responsabilidad”.
Tras esta etapa política, el papa inició la parte más espiritual y popular de su viaje.
Catedral mártir
El ambicioso programa comenzó a final del día con una oración en la catedral Nuestra Señora de la Salvación, una iglesia católica del centro de Bagdad que fue el escenario en 2010 de la toma de rehenes más mortal contra cristianos en Irak (53 muertos).
Ante un grupo reducido de personas, recordó a los “hermanos y hermanas que murieron en el atentado terrorista (…) y cuya beatificación está en proceso” y agradeció al clero iraquí por su “presencia” y su “cercanía” con los cristianos.
A continuación, viajará a Nayaf, Ur, Erbil, Mosul y Qaraqosh. En cada etapa, sólo verá a pocos centenares de fieles, salvo por la misa del domingo en un estado del Kurdistán, en presencia de varios miles.
Bagdad aseguró haber adoptado todas las medidas de seguridad “terrestres y aéreas”. Y, muestra de una inesperada calma en las tensiones entre Irán y Estados Unidos en Irak, uno de los grupúsculos que suele revindicar disparos de cohetes contra intereses estadounidenses anunció una tregua durante la visita papal.
Sobre las injerencias extranjeras, Francisco llamó a las “naciones” a no imponer sus “intereses políticos o ideológicos” en Irak.
Para Saad al Rassam, cristiano de Mosul, una ciudad que sigue en reconstrucción tras la guerra contra el EI, este viaje se produce en el momento justo en este país cuya tasa de pobreza afecta al 40% de la población en 2020. “Esperamos que el papa explique al gobierno que debe ayudar a su pueblo”, dijo a la AFP.
A pesar de las dificultades en materia de seguridad o económicas que padecen 40 millones de iraquíes, los cristianos denuncian discriminaciones y la poca ayuda del gobierno para recuperar sus casas o sus tierras.
Mano tendida al chiismo
A pesar de todo, el papa llamará a los cristianos a continuar en o a regresar a Irak, donde permanecen 400.000 fieles contra 1,5 millones hace 20 años.
Un llamado al regreso “obligatorio” pero “difícil”, dice el cardenal Leonardo Sandri, que dirige la Congregación de las Iglesias Orientales en el Vaticano y acompaña al papa a un país que desde hace cuatro décadas vive en conflicto.
Según la fundación “Ayuda a la Iglesia en peligro”, solo 36.000 de los 102.000 cristianos que se fueron del norte de Irak han vuelto. Y entre ellos, un tercio dice que prevé irse del país para 2024 por miedo a las milicias y debido al desempleo, la corrupción y la discriminaciones.
El sábado, y por primera vez en la historia, el papa será recibido en la ciudad santa de Nayaf (sur) por el gran ayatolá Alí Sistani en persona, un hombre de salud frágil de 90 años que no suele aparecer en público.
El papa también participará en Ur, tierra natal de Abraham, pilar de las tres religiones monoteístas, en una oración con representantes chiitas, sunitas, yazidíes y sabeos.
AFP.