Quién es el responsable de la enorme deuda de Argentina

Protesta en Argentina en 2002

Protesta en Argentina en 2002
Cada vez que asume un nuevo presidente, los argentinos escuchan la misma expresión: “la pesada herencia”. Es un eufemismo que utilizan los gobiernos para resumir los problemas económicos que heredan de la administración anterior.

En el caso del actual mandatario, Alberto Fernández, una de las herencias más pesadas que recibió es, sin dudas, la deuda pública.

Apenas asumió en diciembre pasado, Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán, debieron ponerse a negociar con los acreedores del país para ver cómo afrontan los más de US$300.000 millones que se le deben a bonistas, organismos de crédito y agencias del sector público.

Por ahora, Argentina ha postergado -o “reperfilado”, según la jerga local- el pago de algunos vencimientos, mientras busca reestructurar su deuda y evitar una nueva cesación de pagos (o default), como el que se declaró en 2002.

Entre sus principales acreedores está el Fondo Monetario Internacional (FMI), que entre 2018 y 2019 le entregó al gobierno anterior, liderado por Mauricio Macri, uno de los préstamos más grandes de su historia, por más de US$44.000 millones.

Una delegación del FMI llegó a Buenos Aires el pasado 12 de febrero y estuvo negociando una semana a puertas cerradas con el gobierno.

En una presentación ante el Congreso el mismo día que arribaron los representantes de ese organismo, Guzmán afirmó que Argentina tenía “voluntad” pero no “capacidad” de pagar su deuda.

Martín Guzmán hablando en el CongresoEl ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo ante el Congreso que Argentina quiere honrar sus deudas pero por ahora no puede.

El gobierno actual culpa al anterior por haber endeudado al país más allá de sus posibilidades.

Sin embargo, representantes del macrismo afirman que debieron buscar financiamiento para pagar “la fiesta kirchnerista”, es decir, el alto gasto público que generó un fuerte déficit fiscal durante la administración anterior.

En otras palabras: “la pesada herencia”.

Problema histórico

Lo cierto es que si bien es indudable que Argentina atravesó un ciclo de fuerte endeudamiento durante el gobierno de Macri, los problemas no empezaron con él.

Argentina tiene una larga historia de endeudamiento.

El primero que pidió un préstamo en moneda extranjera fue Bernardino Rivadavia, entonces ministro de Gobierno de Buenos Aires. Fue en 1824, cuando Argentina todavía ni siquiera se llamaba así, sino las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El país tardó más de un siglo en poder cancelar esa deuda con la Baring Brothers de Inglaterra por 1 millón de libras esterlinas (de las cuales, tras una serie de deducciones, solo recibió la mitad).

En el ínterin, los sucesivos gobiernos continuaron endeudándose. En 1880 la élite gobernante, conocida como la “Generación del 80”, casi triplicó la deuda extranjera, que pasó de 14 a 38 millones de libras.

Ya no solo se le debía a los ingleses, sino también a los franceses y alemanes.

Bernardino RivadaviaLa deuda externa argentina empezó con Bernardino Rivadavia, quien en 1826 se convirtió en el primer presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

La espiral ascendente continuó. Con la llegada del siglo XX, Argentina debía 78 millones de libras.

La problemática historia con el FMI

Pero las crisis económicas que han aquejado a Argentina en las últimas décadas, y que en 2002 llevaron al país a declarar el mayor default en la historia en ese momento, tuvieron su origen después de la Segunda Guerra Mundial.

Los historiadores apuntan a dos factores que, combinados, resultaron fatídicos: la llegada de los militares al poder y la creación de los organismos multilaterales de crédito.

Si bien el gobierno de Juan Domingo Perón se rehusó a formar parte de los flamantes FMI y Banco Mundial en los años de posguerra, los militares que lo sacaron del poder a mediados de la década de 1950 firmaron el ingreso argentino a ambos organismos.

Durante los tres años que gobernaron, la deuda creció de US$57 millones a más de US$1.000 millones (es decir, se multiplicó por 18).

Pero las cosas empeorarían aún más con el regreso de los militares en los años ’60 y ’70.

El FMI no solo le prestó dinero a estos gobiernos de facto, también empezó a tener injerencia en las decisiones económicas argentinas.

En solo dos décadas, Argentina pasó a deber 40 veces más.

Un cartel que dice "Fuera FMI" frente al Congreso, en 2018Argentina tiene una historia traumática con el FMI.

Cuando la democracia finalmente regresó de forma definitiva, en 1983, el país arrastraba una deuda de más de US$44.000 millones.

El presidente Raúl Alfonsín debió afrontar un default ante la imposibilidad de repago a los acreedores externos.

El enorme peso que suponía esta carga fue uno de los principales motivos que llevaron a Argentina a un colapso económico en 1989, obligando a Alfonsín a dejar el poder de forma anticipada.

El “uno a uno”

Lejos de solucionar el problema de la deuda, el sucesor de Alfonsín, el peronista Carlos Menem, llevaría al país por otro período de endeudamiento en la década de 1990.

Para contener una “hiperinflación”, Menem decidió fijar la paridad de la moneda local, el peso, al dólar estadounidense.

Esto logró frenar el alza de precios, pero la fuerte demanda por billetes verdes se tornó insostenible.

Así, se agudizó un problema que, según le dijo a BBC Mundo el economista Eduardo Levy Yeyati es “el talón de Aquiles de Argentina”: la llamada restricción externa (o falta de acceso a divisas).

Lo resumió recientemente el columnista del diario La Nación Joaquín Morales Solá: “En los años ’90 se nos ocurrió a los argentinos que un peso valía un dólar, y como no podíamos vivir con los dólares que había, porque no producimos dólares ni tampoco teníamos posibilidad de emitirlos, entonces pedíamos dólares a granel prestados”.

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