Sacudidos por la segunda ola del virus, los holandeses adoptan la mascarilla

Después de haber aplicado un confinamiento mucho más flexible que el de sus vecinos europeos al principio de la pandemia, Holanda adoptó finalmente la mascarilla y otras medidas para hacer frente a la segunda ola de contagios del coronavirus.

El gobierno tuvo que cambiar finalmente de política y adoptar la mascarilla, una medida hasta ahora ignorada en gran medida y considerada ineficaz y contraproducente por los expertos de las autoridades sanitarias.

Llevarla está ahora “muy recomendado” en espacios públicos cerrados como tiendas, museos, estaciones de ferrocarril y aeropuertos.

En una calle comercial de La Haya, muy cerca del Parlamento, el cambio es notable: las mascarillas han hecho su aparición en el paisaje público.

“Me resulta incómodo pero la llevo porque no quiero que nos encierren”, dice Maria Houweling, educadora especializada de 48 años, que aboga porque sea obligatoria “para evitar que el virus se siga propagando”.

En Holanda, donde desde ahora está prohibido recibir a más de cuatro personas en casa o ir a un partido de algún deporte, las nuevas medidas han tenido una acogida tibia. El pragmatismo de los holandeses hace que las acepten, pero ¿por cuánto tiempo?

Ante el resurgimiento del nuevo coronavirus, los bares y restaurantes tienen que cerrar a las 22h00 (20h00 GMT), la hora más concurrida, dice con un “sentimiento de injusticia” Bas Swillens, gerente de dos establecimientos en La Haya.

“Todo el sector de la restauración está pasando por un año difícil. Y no sabemos qué esperar del futuro”, dijo a la AFP.

Invertir la tendencia

Desde la aparición del virus, se han registrado oficialmente 117.551 casos en Holanda, incluyendo 6.393 muertes, según las últimas cifras oficiales.

Hasta ahora, el gobierno apostaba principalmente por el teletrabajo y por una distancia física de 1,5 metros, en lugar del cierre anticipado de tiendas o el uso de la mascarilla, solo obligatorio en el transporte público.

Pero ante la explosión de casos, el primer ministro Mark Rutte pidió el miércoles a sus conciudadanos que se cubrieran la nariz y la boca “casi en todas partes donde no se ve el cielo”, durante un debate en la Cámara Baja del Parlamento en el que muchos partidos pidieron una directiva nacional.

Una calle comercial en Ámsterdam, Países Bajos, el 29 de septiembre de 2020

El líder liberal se niega a hacer obligatoria la medida en lugares que no sean los transportes públicos, prefiriendo dejar en manos de los comerciantes la posibilidad de negar la entrada a un cliente sin mascarilla.

Sin embargo, Rutte cedió finalmente a la presión de algunos políticos y a la creciente demanda de parte de la población de medidas más estrictas, aunque él mismo sigue siendo escéptico: “No es como si funcionara bien en España y Francia”, dijo recientemente.

El Instituto holandés de Salud Pública y Medio Ambiente (RIVM), que asesora al gobierno sobre la forma de proceder desde el brote del virus, registró, como en otros países europeos, un fuerte aumento de casos, y antes de lo previsto.

“Estamos realmente en el comienzo de la segunda ola, especialmente porque estamos viendo un aumento de las hospitalizaciones y del número de personas admitidas en cuidados intensivos”, observa Susan van den Hof, directora del centro de epidemiología del RIVM.

“Esto se debe probablemente al hecho de que las medidas se han relajado durante el verano y la gente es menos consciente y sigue menos las reglas”, dijo Van den Hof a la AFP, esperando un “período de mucho trabajo” en los hospitales a medida que se aproxima el invierno.

Sin embargo, “nunca es demasiado tarde” para actuar, según la epidemióloga: “Si la gente empieza a tomarse las medidas en serio y se establecen restricciones más estrictas para todos, todavía podemos invertir la tendencia”.

AFP.

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