Según la unidad de Epidemiología de esa red de salud, el municipio beniano tenía 4,5 de letalidad, que subió a 7,2, pero que en la última semana alcanzó el 8%. La explicación es la falta de acceso a oxígeno y a ventilación mecánica.
Anteayer, Guayaramerín se declaró en desastre sanitario. Ayer, la alcaldesa de ese municipio beniano, Helen Gorayeb, entre lágrimas, desde La Paz pedía al Gobierno central que dé soluciones ante la falta de recursos económicos, y la negativa de los proveedores de seguir dotando con medicamentos, oxígeno y alimentos. Más temprano, el personal de salud protestaba por los cuatro a cinco meses de salarios atrasados.
El panorama en esa ciudad es gris, más aún con los datos epidemiológicos, de saturación hospitalaria y aumento de la letalidad, que casi se duplicó en la última semana.
“Antes estábamos con 4,5, en la anterior ola. Ahora, en el acumulado, registramos 7,2, pero esta semana la letalidad ha sido de 8”, explicó José Alberto Cuéllar, de la Unidad de Epidemiología de la Red de salud 08 de Guayaramerín.
De acuerdo al experto, los pacientes fallecen porque están críticos, necesitan ser intubados, pero no es posible hacerlo debido a las carencias. “La gente anda como loca buscando oxígeno”, lamentó.
Para él, Guayaramerín está en peores condiciones que Riberalta, ya que al menos al otro municipio llegaron tanques de oxígeno el miércoles. “Recibieron para 1.000 tubos. Por eso tenemos que mandar nuestros enfermos a La Paz y Santa Cruz”, informó.
Antes, los bolivianos tenían la posibilidad de atenderse en el sistema de salud brasileño, que hoy está colapsado. “Hoy ellos vienen al lado boliviano para que los atiendan acá”, agregó Cuéllar.
El experto dice que es muy notorio el cambio en la sintomatología, al mencionar la variante brasileña. “Los pacientes ya no pierden gusto ni olfato, tienen dolor lumbar como si fuera infección urinaria, sufren dolores articulares, diarrea, vomitan, después vienen la fiebre y la dificultad respiratoria. Los que mueren, duran tres días, hay que dar antitrombóticos”, explicó.
Ayer, en contacto con EL DEBER, desde La Paz, donde se encuentra buscando recursos económicos, la alcaldesa de Guayaramerín, Helen Gorayeb, estalló en llanto al hablar de la realidad de su municipio.
“Estamos en manos de Dios (…). No puedo retornar con las manos vacías”, dijo, tras salir de una reunión con asesores en el Ministerio de Economía.
Después, casi a medianoche, fue atendida por el viceministro de
Salud, Álvaro Terrazas, pero sin acuerdos concretos.
Gorayeb describió el vía crucis que atraviesa la ciudad beniana. “Nos hemos declarado en desastre sanitario, en nuestras cuentas municipales estamos en cero y preocupados porque los recursos económicos han disminuido del POA que manejamos, no recibimos la cantidad que corresponde”, explicó.
La autoridad edil dijo que solo están recibiendo el 50% de los ingresos habituales, y que en este momento, la cuenta bancaria de IDH tiene Bs 1.551; la de recursos propios, Bs 7.000; y la de coparticipación, unos cientos de miles de bolivianos, que no resuelven los más de cuatro meses que se adeudan al personal de salud.
Desde el año pasado, la Alcaldía debe el oxígeno, los medicamentos, equipos y alimentos. Según Gorayeb, los proveedores dejaron de abastecer.
“La deuda de oxígeno era de un millón de bolivianos, pagamos medio millón, pero no quieren darnos más de 20 tanques si no pagamos, y la demanda diaria es de 85”, lamentó.
La presidenta del Colegio Médico de Guayaramerín, Virginia Gutiérrez, dijo que los dos centros de atención Covid-19, el Hospital General y la Caja Nacional de Salud (CNS), han colapsado. “Trabajamos en las peores condiciones, no tenemos especialistas ni terapistas, y la vacunación tiene tropiezos porque algunos funcionarios no quieren inmunizar ante la falta de sueldos”, explicó.
El número de respiradores aumentó con la pandemia, de dos a ocho en el Hospital General, pero no hay profesionales fijos para atenderlos. “Es terapia cuando hay especialista. Solo llegó un terapista hace una semana de La Paz para acomodar todo”, dijo Cuéllar, agregando que la historia se repite en la CNS. “Es nuestra realidad, sobrevivimos por acá”, lamentó.
Fronteras
Hoy concluye el periodo de cierre de fronteras dispuesto por el Gobierno nacional en el Decreto Supremo 4481.
Sobre la continuidad de la medida, ayer, el ministro de Salud y Deportes, Jeyson Auza, durante la entrega de las 51.025 pruebas de antígeno nasal para el municipio cruceño en el Cambódromo, respondió que la decisión está sujeta a informes epidemiológicos.
“Evaluaremos si obtuvimos lo que nos planteamos. Tenemos hasta el día siete (hoy) para hacerlo, pero eso no quiere decir que las medidas de restricción se suspenden. Hemos establecido un mecanismo de control para todas aquellas personas que ingresen a Bolivia: deben someterse a una prueba PCR, a un aislamiento de diez días, y a otra PCR negativa antes de salir de los diez días de aislamiento”, dijo.
Sin embargo, el director del Servicio Departamental de Salud (Sedes) Santa Cruz, Marcelo Ríos, sugirió endurecer la medida.
“No ha existido un cierre, sino una restricción que ha generado la obligatoriedad de la autoridad local, con esfuerzo local para hacer los controles, y para ese control se necesitan personal, pruebas de antígenos, las vacunas, que más bien ya resolvimos en frontera”, aseveró.
En el caso de Guayaramerín, el encargado de Epidemiología de esa red de salud y la presidenta del Colegio Médico coincidieron en que la frontera es muy grande e imposible de controlar de forma efectiva.
“El puerto municipal, que es la entrada oficial, tiene poco personal. Aparte de que el cierre es por horarios”, dijo Gutiérrez.
Cuéllar explicó que se permiten tres horas de flujo, de 8:30 a 11:30 de la mañana, pero que “quedan los puertos clandestinos y la gente sigue pasando en canoas”.
Santa Cruz
El miércoles, Ríos alertó sobre la saturación de las terapias intensivas, con un promedio de 100 camas ocupadas.
EL DEBER confirmó que en los hospitales San Juan de Dios y Japonés, y en la Caja Petrolera de Salud (CPS) ya no hay camas pacientes que requieran respirador.
“Hace diez días que nuestra UTI está llena”, dijo el subdirector de la CPS, Juan Pablo Jáuregui, donde hay 24 espacios.
En la CNS, quedan 10 camas libres, de 45. Cinco de los internados proceden de Guayaramerín, a tres les retiraron la ventilación mecánica, y dos permanecen intubados, informó Mauricio Martínez, del domo UTI Covid-19.
Por Silvana Vincenti
Fuente: El Deber