Caos vehicular, desorden y quejas de la ciudadanía fue lo que desataron ayer los bloqueos organizados por los gremiales durante casi ocho horas, en el segundo anillo y otros puntos de la ciudad.
Mientras unos se manifestaban en contra de los ambulantes, estos últimos aprovechaban para ocupar los espacios públicos que fueron despejados durante el traslado a los nuevos mercados.
La medida de presión asumida por las federaciones de gremiales de los diferentes mercados para que la Alcaldía aplique la Ley 136 puso de cabeza a la ciudad, generando caos vehicular y la molestia de la población que vio alterada su jornada desde tempranas horas de la mañana hasta promediar las 14:00.
Los comerciantes tomaron las rotondas del segundo anillo, lo que tomó por sorpresa a los conductores que se vieron obligados a desviar su ruta habitual. Muchos quedaron atrapados por más de una hora en medio del embotellamiento, que llegaba hasta el tercer anillo. En su afán por escapar del caos, los conductores no respetaban ni el sentido de las rutas y menos los camellones.
Es más, la Policía tuvo que intervenir para ayudar con las salidas alternativas. “No puede ser que se permita este tipo de perjuicio a la población. Así como ellos, nosotros también tenemos derecho al trabajo y esto es un atraso en nuestras fuentes de empleo”, reclamó Rolando Siles, trabajador de una empresa de servicios en telecomunicaciones.
Miriam Peralta, madre de tres niños, cree que es necesario poner freno a los ambulantes, pero no apoya los bloqueos. “Deberían ir a reclamar directo al alcalde, a su oficina y no perjudicar al ciudadano, porque de paso ellos también son afectados”, apuntó desde su vehículo, que llevaba más de media hora intentando sortear alguna salida para llegar hasta el colegio de sus hijos.
Aunque los efectivos policiales aseguraron que se trató de una medida pacífica, permanecieron en puntos estratégicos no solo para ayudar a los conductores, sino también para evitar cualquier tipo de enfrentamiento.
Comerciantes con puestos
Comerciantes de la Asociación 1 de Marzo, que bloqueaban la intersección del segundo anillo y avenida Piraí, reclamaban que la Alcaldía ponga orden en las calles adyacentes a los mercados, que han sido tomadas por los ambulantes.
“Costó mucho ordenar los mercados, pero lo lograron. Duró unos meses y ahora la situación es peor que antes. A nosotros nos obligan a estar en un puesto fijo, por el que pagamos una tasa y no puede ser que otros se aprovechen de los espacios públicos, no paguen nada y de paso nos quiten a la clientela”, dijo una comerciante.
El reclamo es porque a cuatro años del traslado de vendedores a los nuevos mercados, nuevamente reina el descontrol en los espacios públicos en los centros de abastecimiento antiguos.
Los asentamientos han rebasado el control municipal, porque ni bien pasan las batidas, los ambulantes vuelven a tomar la vía públicas. En algunos puntos críticos, como en la zona de la rotonda del Plan Tres Mil, los mismos vendedores reconocen que el control municipal no llega hace tiempo.
Realidad palpable
En la Ramada, a solo unas cuadras del caos generado por los bloqueos, los ambulantes operaban en las calles. El descontrol no solo afecta a este mercado, sino también al antiguo Los Pozos, a la zona de la rotonda del Plan Tres Mil y otros centros de abastecimiento.
Aceras y calzadas han sido tomadas por completo por vendedores que exponen sus productos sin respetar ningún tipo de norma, ni medida de salud o bioseguridad.
Carnes, verduras, abarrotes, ropa, calzados, comida para animales, frutas y otros productos son expuestos a la vista del cliente hasta dos metros sobre la calzada, por aproximadamente unas seis cuadras, en la avenida Transcontinental del Plan Tres Mil, lo que deja reducido el tránsito vehicular a solo uno de los dos carriles.
Pero, por si eso no fuera poco, el camellón central de esa misma ruta está tomado también por los comerciantes. En el lugar, la osadía de los ambulantes lleva a cerrar una calle completa para la venta de carnes, abarrotes y frutas.
Similar situación se verificó en La Ramada antigua, donde las calles Chané, Muchirí, Amboró, Terebinto y, sobre todo, la Sutó están invadidas por los ambulantes de diferentes sectores, que venden desde ropa hasta utensilios de cocina.
Allí también funciona una especie de feria nocturna, donde comerciantes toman el camellón central y parte de la calzada de la avenida Grigotá para vender su mercadería.
Acuerdo
La protesta de los comerciantes consiguió que el alcalde Jhonny Fernández reciba a la dirigencia en la Quinta Municipal, donde también se instaló un bloqueo en el cuarto anillo. Tras más de una hora de diálogo, se firmó un acuerdo, en el que el burgomaestre se compromete a revisar las normas municipales relacionadas a los mercados y espacios públicos, además de instalar mesas de trabajo con el sector a partir del 15 de este mes.
“La Ley 136 tiene doce políticas claras y si hay que hacer ajustes, lo haremos”, adelantó Fernández, a tiempo de remarcar que entre las prioridades que tiene como primera autoridad del municipio está “recuperar los espacios que han sido tomados ilegalmente” por los vendedores ambulantes, tal y como demandaban los manifestantes. “Los espacios recuperados son innegociables”, afirmó el alcalde.
Anunció que se reforzará la vigilancia para hacer respetar el espacio público.
Problema
Para el analista urbano, Rolando Schrupp, el problema de fondo es una pugna por espacios de privilegios en una ciudad dirigida por los políticos y no por los ciudadanos, como debería ser.
“Hoy lo podemos ver con un sector gremial semi formal y un emergente, se da más o menos una pugna por espacios de privilegio”, indicó.
“El meollo del asunto no es el sector gremial, sino el sistema político. Para ello, se debe volver a equilibrar el balance del poder, se debe incluir al ciudadano a través de una democracia profunda. Se necesita una junta de planificación urbana, en la que el alcalde sea solo el ejecutor de las políticas
públicas”, señaló.
Fuente: El Deber