Al menos unas 104 embarcaciones que entre noviembre y febrero de 2023 ya no figuraban en los documentos oficiales del Registro Internacional Boliviano de Buques (RIBB), continuaron navegando bajo el pabellón boliviano.
“Bolivia no tiene mar ¿cómo puede ser que tenga embarcaciones con bandera?”. Esa es la pregunta que las viudas de las víctimas del Carmen I se hacen desde que sus esposos desaparecieron en el mar.
En febrero de 2023, según el jefe de la Unidad de Registro y Seguridad del Registro Internacional Boliviano de Buques (RIBB), Cn. Daen. Freddy Zapata Flores, Bolivia tenía una flota de 503 embarcaciones que portaban la bandera boliviana para navegar en rutas marítimas internacionales y en la hidrovía Paraguay-Paraná. Ninguna es propia, todas son extranjeras.
“Las embarcaciones eligen nuestra bandera por las ventajas jurídicas que ofrece el RIBB y la celeridad en los trámites de carácter técnico-administrativo. Nuestro país pasó a tener la segunda mayor flota de embarcaciones en la hidrovía, por encima de Argentina, Brasil y Uruguay. Esto nos permite que nuestro pabellón tenga presencia en mares y ríos internacionales, incrementando el prestigio del país”, señaló Zapata durante la entrega del pabellón a 64 naves de la empresa Hidrovías do Brasil el 14 de febrero de este año.
En la región, el país con la mayor flota mercante es Paraguay, por las facilidades impositivas y administrativas que el país ofrece. Desde 2017, año en que la RIBB reforzó su estrategia de capacitación de embarcaciones, la flota que navega bajo el pabellón tricolor subió de 389 a 503, entre remolcadores y barcazas. No importa que Bolivia no tenga mar.
Sin embargo, la cifra es fluctuante pues los permisos vencen, se actualizan o renueven constantemente, lo que hace que de un día para otro las cifras cambien.
La respuesta a la Petición de Informe Escrito (PIE) 322/2022-2023, emitido el 24 de marzo de 2023 reporta 503 embarcaciones que llevan la bandera boliviana: 21 en mares internacionales y 482 en la hidrovía Paraguay-Paraná.
En una revisión del “buscador de buques actuales” del RIBB, realizado entre enero y junio de 2023, se obtuvieron los registros de 507 embarcaciones, cuatro más que en marzo. Todos estaban vigentes. El Carmen I, desaparecido en 2021 con una tripulación de diez personas, no se encuentra en la lista.
El registro más antiguo le corresponde a la embarcación Don Kasbergen y data de agosto de 2006 y venció el 28 de mayo de 2023. El registro más nuevo data del 15 de abril de 2023 y vence el 14 de julio de este año.
En este último caso, la bandera fue autorizada para un plazo de tres meses. Este lapso corto es el más usado en las últimas gestiones. 68 de los registros hechos entre noviembre de 2022 y abril de 2023 corresponden a ese tiempo.
Dos delegados de registro marítimo figuran en los reportes: Joel Da Costa, con sede en Honduras (según el RIBB) y Mariana Beresten con oficinas en Argentina. Beresten, registró las 483 embarcaciones que hoy navegan por la hidrovía, mientras que Da Costa se ocupó de las 24 embarcaciones que surcan las rutas del ámbito marítimo.
“Ya en 2016, cuando hubo incidentes con algunos barcos con bandera boliviana solicitamos información sobre las embarcaciones, pero no tuvimos respuestas”, afirmó la ex legisladora, Lourdes Millares.
De acuerdo al PIE 322/2022-2023 las más de 20 embarcaciones en mares internacionales navegan en las Bahamas, Malasia, Grecia, Cuba, el Caribe y Francia. La mayoría son buques a motor y remolcadores.
En cambio, las embarcaciones que operan en la Hidrovía suelen dedicarse al transporte de granos, minerales. Aunque el número de embarcaciones casi llegan al medio millar, las empresas propietarias apenas pasan de 10.
Varias muertes
El caso del Carmen I es el siniestro más reciente entre la flota de embarcaciones bajo bandera boliviana y la que más víctimas tuvo. Desde 2000, son 14 los accidentes y 12 las muertes, según los registros de siniestros de la Organización Marítima Internacional (IMO por sus siglas en inglés).
Diez de los casos fueron calificados como “muy serio” y cuatro como “grave”. El Carmen I, está entre los muy serios.
“Se informó que el barco había desaparecido y se presume que se hundió en el Mar Caribe, aproximadamente a 70 millas al norte de Cartagena, Colombia, el 21 de enero de 2021. Se recibió una señal de socorro del barco y se llevó a cabo una operación SAR (…) Los 10 tripulantes seguían desaparecidos”. Así describe el reporte de la IMO al siniestro del Carmen.
Nueve años antes, el 4 de abril de 2012, el carguero de bandera boliviana Sea Flower, que transportaba vehículos usados se incendió en Miragoâne, Haití. Una persona murió y otra resultó herida. Los bomberos llegaron al lugar una hora después de iniciado el fuego.
El 7 de diciembre de 2007, el buque Denitza atracó en el puerto de Onomichi-Itozaki, en Hiroshima, Japón. Mientras el buque escoraba al puerto, un trabajador descargaba la carga, quedó atrapado y murió.
Cuando la embarcación Nina zarpó de Cartagena, el 5 de diciembre de 2003, una tormenta empezó. Las condiciones de la embarcación no eran buenas y a los pocos minutos las bodegas empezaron a inundarse. Todos los tripulantes, menos el capitán, un marinero cubano, lograron salir. Según los testimonios el capitán se hundió junto con el barco.
Además de estos cuatro hechos, en los otros 10 hubo daños a la maquinaria y algún herido. Solo en uno de los casos se hace mención a que se pidió información al Estado boliviano.
Lo común en casi todos los accidentes es que hubo fallas en la estructura y que las embarcaciones eran muy antiguas. La menos vieja, en comparación a su fecha de creación y la del siniestro, es la nave de carga general Fu Lin, construida en 1982 y siniestrada en 2003. El resto de las embarcaciones tenía entre 30 a 55 años de antigüedad. El Carmen I era el más antiguo.
“Nosotros queremos entablar una demanda al Estado boliviano. Cómo es posible que el país se preste a dar su bandera a un barco antiguo que está en pésimas condiciones, que al mes se accidentó y que ahora no responda”, observó Tomasa Martínez, viuda de uno de los tripulantes del Carmen I.
Flota con naves antiguas
La vida útil de un barco depende del uso y mantenimiento que se le brinde, pero en promedio suele ser de 30 a 40 años. Después de ese tiempo muy pocos países le darían su bandera. Al parecer no es el caso de Bolivia.
“¿Hay algún problema con que mi embarcación sea antigua?” consultó el equipo de este reportaje a una de las empresas delegadas para el registro. la respuesta fue: no.
El Carmen I fue construido en 1966, tenía 55 años cuando naufragó, días después de conseguir el permiso para enarbolar la bandera boliviana. Misma que fue tramitada pese a que en sus antecedentes ya tenía fallas por la antigüedad de la misma.
El buscador de buques actuales arroja datos como el nombre, las fechas de registro y de vencimiento, el nombre del registrador, el OMI, el número para llamadas de emergencia y hasta una fotografía, que no está en todos los registros. Lo que no se hace público es la fecha de construcción de las embarcaciones, el propietario, su nacionalidad o el sector.
De acuerdo a Marine Traffic, un portal que muestra el tráfico de embarcaciones en todo el mundo en tiempo real, entre enero de 2008 y enero de 2023 al menos 313 embarcaciones portaron el pabellón boliviano en algún momento.
En 70 casos, el portal publica el año de construcción. En este grupo, 51 embarcaciones fueron construidas antes de 1980; es decir, que tenían entre 30 y cerca de 60 años de antigüedad cuando portaban la bandera boliviana.
Llamó la atención que, durante el primer mes de 2023, 24 embarcaciones que no se encontraban en el registro del RIBB continuaban enviando señales de rastreo como buques bajo bandera boliviana.
Otras 173 embarcaciones emitieron su última señal aún con bandera boliviana entre 2021 y 2022; 130 lo hicieron desde los mares de China, cuando en estas gestiones no había más que 25 naves en mares internacionales.
Es decir que no se hizo el control para verificar que, si no contaban con la bandera boliviana o la dejaron, esta ya no sea utilizada para su navegación.
*Esta investigación fue realizada gracias al apoyo del Consorcio para Apoyar al Periodismo Regional de América Latina (CAPIR), liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR).
Fuente: El Deber