Bolsonaro echa al ministro de Salud tras una larga pulseada por el manejo de la crisis sanitaria

Bolsonaro echó a Mandetta, del conservador partido Demócratas, por estar en desacuerdo con las políticas de aislamiento y cuarentenas que adoptó el Ministerio de Salud a la par de gobernadores e intendentes, y nombró como su reemplazante a un amigo personal sin experiencia en el sector público, el oncólogo Nelson Teich.

La crisis en el gobierno de Bolsonaro ocurre justamente cuando se espera para mayo el pico de Covid19 y cuando algunos hospitales de San Pablo y de los estados de Amazonas y Ceará están colapsados.

En medio de la crisis del gabinete, se reportó que hubo 188 nuevos muertos en las últimas 24 horas y subió el número total de fallecidos a 1.924, con 30.425 casos positivos en todo el país desde el inicio de la pandemia.

Bolsonaro insistió en dejar clara su posición contraria a las medidas que recomiendan los médicos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para combatir al virus y acusó a los gobernadores por impulsar iniciativas de precaución que afectaron la economía y derivarán en un aumento del desempleo.

“Un desempleado sufrirá más problemas de salud que otro que esté empleado. No se puede abandonar la economía para dedicarse a cuidar la salud. Tenemos que defender ambos, nunca en forma aislada. Se ha instalado un clima de terror en la sociedad”, afirmó.

El nuevo ministro prometió que se flexilizarán las medidas una vez que los tests puedan determinar un cambio de tendencia, aunque se mostró “alineado” con el pensamiento del presidente.

Bolsonaro decidió echar a su ministro, que tiene una popularidad más de dos veces mayor que él en las encuestas, mientras trata de mantener un difícil equilibrio forzado por la coronacrisis.

El gobierno espera una caída abrupta de la economía y un déficit fiscal récord superior a los 90 mil millones de dólares en 2020, mientras la situación sanitaria no para de empeorar.

Mandetta, despedido como héroe en el Ministerio de Salud, les pidió a sus colaboradores ayudar al nuevo ministro y “ser fuertes en la defensa de la ciencia, la vida y la salud”.

En cadena nacional, al ritmo de cacerolazos que pedían su renuncia en ciudades como Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Brasilia, Salvador, Recife, Porto Alegre, Curitiba y Fortaleza, Bolsonaro volvió a insistir en el desempleo y descartó que vaya a aprobar nuevas ayudas del gobierno federal a los desempleados y trabajadores informales.

“En forma gradual debemos abrir el empleo en Brasil. La gran masa de humildes no puede quedarse en casa. El gobierno no tiene cómo mantener este auxilio de emergencia por mucho tiempo”, dijo Bolsonaro en cadena nacional en el Palacio del Planalto.

Ademas, describió a la salida de Mandetta como un “divorcio consensuado”.

“La economía debe volver a la situación más normal posible porque, además de la vida, nos preocupa el empleo”, afirmó Bolsonaro.

El mandatario, asimismo, destacó que su gobierno “no es una fuente de socorro eterno” para los gobernadores e intendentes, quienes, como Mandetta, defendieron las medidas de distanciamiento social.

“Nunca me consultaron sobre lo que iban a hacer pero el precio será alto. Si exageraron en sus medidas, no les pasen la factura al gobierno ni a nuestro sufrido pueblo”, afirmó Bolsonaro.

El ex capitán dijo que “jamás” pecará “por omisión” y afirmó que Brasil “volaba en la economía en el último trimestre” de 2019, aunque el PBI del año pasado terminó con un crecimiento de apenas un 1,1%.

“Jamás mandaría a detener gente que esté en las calles, jamás bloquearé derechos fundamentales de los ciudadanos, quien tiene poder de decretar el estado de sitio es el presidente y no el gobernador o el intendente. El exceso agravará el problema”, subrayó.

En el plano político, la salida de Mandetta dejó huérfano al gobierno de un apoyo clave, el conservador partido Demócratas, la fuerza heredera de la dictadura militar a la que pertenecen los jefes del Senado, Davi Alcolumbre, y de Diputados, Rodrigo Maia.

El partido Demócratas y su salida del gobierno podría ser clave para los pedidos de juicio político y de renuncia que se le hicieron a Bolsonaro por su activo boicot a las medidas de aislamiento impuestas por algunos gobernadores y alcaldes.

Lo cierto es que la coronacrisis puso a Brasil en alerta.

El estado de San Pablo, el más rico del país, con 46 millones de habitantes, tiene un muerto cada 30 minutos.

El gobernador del estado, Joao Doria, quien se ha enfrentado a Bolsonaro, pidió al nuevo ministro respetar a la OMS y las cuarentenas como forma de combate al Covid.

Desde la oposición, en tanto, el ex presidente Luiz Inácio Lula da SIlva comparó a Bolsonaro con el capitán del “Titanic”.

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