Relata que en febrero terminó ocho sesiones de quimioterapia y recién estos días, después de peregrinar por atención como un mes, inició con el tratamiento de radioterapia para combatir el cáncer de mama. Todos los días debe salir de su casa, ubicada en la urbanización Virgen de Copacabana en la zona de Chasquipampa del macrodistrito Sur de La Paz, para cumplir con sus sesiones
Desde que el Gobierno instruyó cuarentena por el coronavirus en territorio nacional, a Tatiana se le hace difícil conseguir un vehículo para movilizarse y por eso, se ve obligada, todos los días a caminar 30 minutos desde su vivienda hasta el puente Los Rosales, ubicado en su misma zona, para esperar a la ambulancia del nosocomio miraflorino, que la traslade hasta Oncoservice que queda en Mallasa.
Revela que días atrás y pese a su estado de salud, tenía que ir hasta la calle 21 de Calacoto a pie para alcanzar la ambulancia. Cuenta que uno de esos días, por la debilidad no pudo continuar y tuvo que pedir auxilio a los policías que patrullaban las calles de Chasquipampa, pero no le hicieron caso. Desesperada se paró en medio de la avenida y rogó por ayuda.
“Les he mostrado mis papeles, tengo cáncer y, ya no puedo caminar. por favor, llévenme hasta la 21 (de Calacoto). Al principio me han reñido por ponerme en el medio de la avenida, pero igual me han llevado”, señala.
Este miércoles, como todos los días también tuvo que caminar, pero dice que, al regresar del centro de salud a su casa, se demoró más de lo habitual por los efectos de la radioterapia.
“Sentándome, sentándome me he regresado. Otra clase me siento, me duele todo mi cuerpo. Los primeros días (de la radioterapia), estaba normal, no sé si es por caminar mucho”, cuenta llorosa a ANF.
El dolor de la radioterapia en su cuerpo, parece desaparecer cuando habla de sus pequeños, pero su angustia aumenta al relatar que sus provisiones de alimentos se acaban y, por la cuarentena, no puede vender los tejidos y manteles que elabora para subsistir. Teme que sus niños pasen hambre, por eso implora a las autoridades de Gobierno que incluyan a los enfermos oncológicos para que reciban la canasta familiar que prometió la presidenta Jeanine Añez.
“No voy a mentir, tengo arrocito y fideo para esta semana más, después no sé qué voy hacer. No puedo vender mis tejidos”, afirma, al tiempo que revela que dos de sus hijos recibirán el “bono familia”, haciendo un total de Bs 1.000, pero dice que ese dinero lo destinará a la deuda que tiene con una entidad financiera, cuyo préstamo le sirvió para pagar sus medicamentos y quimioterapia.
“Cada mes pago Bs 930, ahí se va ir esa plata. No tengo de dónde sacar más plata, mantengo a mis hijitos vendiendo mis tejidos, antes hacía chompas y chalecos, pero ahora no puedo porque me duele mi pecho, mis brazos”, indica.
Tatiana no es la única que pide que los enfermos oncológicos se beneficien con la canasta familiar, también está Freddy, un paciente que batalla contra cáncer de cuello y, que además es jefe de hogar.
Al enterarse que no será beneficiado con la canasta familiar, entró en una depresión porque, afirma, que no tiene cómo mantener a su familia y por más esfuerzos que hace para conseguir un empleo, no puede debido a su delicado estado de salud, ya que todos los días debe recorrer largas distancias para hacer su tratamiento de radioterapia.
Otra paciente, también implora la ayuda de la presidenta Añez y cuenta que muchos de sus compañeros viven del “día a día”, pero por la cuarentena que se dictó por el coronavirus, no pueden salir a vender o trabajar para ganar dinero.
“Señora presidenta, por favor tómenos en cuenta a los pacientes con cáncer, ya que muchos de nosotros vivimos del día a día. Necesitamos para nuestros medicamentos, estamos en tratamientos, por favor, se lo rogamos encarecidamente”, asevera.