Los comunarios de Tipoy y Jorori deben trasladarse hasta Paurito o hasta los centros habilitados en la urbe cruceña para hacerse vacunar. Piden que brigadas de vacunación lleguen hasta esos lugares.
Sonrisa amplia y con la amabilidad que caracteriza a los pobladores de Tipoy, distante a unos 20 kilómetros de la urbe cruceña, Petrona Romero, de 81 años, cuenta que tuvo que trasladarse hasta la ciudad capital y hacer fila como todos, para lograr la ansiada protección contra el Covid-19.
Crio sola a sus cinco nietos y su orgullo de haber sacado ya profesional al mayor de ellos se nota en su rostro. “Ya salió, estudió algo sobre las plantas, creo que es botánica. Los otros van por el mismo camino”, dice en la entrada a la comunidad. Detuvo su paso para contar que sus nietos la llevaron hasta el centro cruceño a recibir la dosis anticovid, pero no oculta su deseo de que brigadas sanitarias se trasladen hasta ese lugar porque hay gente que no tiene medios ni quien los acompañe hasta la ciudad o hasta la localidad de Paurito, que son las alternativas para conseguir la dosis y también para hacerse atender porque la comunidad no cuenta con una posta de salud.
Tipoy es un lugar apacible, donde todos se conocen y saben quién se contagió y quién no del virus. Es una comunidad que forma parte del Distrito 14 (Paurito) del municipio capitalino. Se ingresa desviando la carretera a Paurito, por un camino de tierra y al llegar se ve que el pavimento está solo en calles aledañas a la plaza principal.
Casi a la misma altura de la carrera, pero al otro extremo, está la localidad Jorori. Allí está la Comunidad Indígena Guaraní El Jorori, donde los pobladores viven la misma situación si de vacunas se trata. No la tiene a la ‘mano’ y para recibirla deben acudir a Paurito o la capital cruceña.
En Tipoy don Carlos Eduardo Pérez, de 46 años, es uno de los pobladores a los que le gustaría que la vacunación llegue hasta la zona. Él y su familia todavía no han recibido la vacuna por el tiempo que implica trasladarse hasta los puntos de vacunación.
“Queremos vacunarnos, pero es complicado por el traslado”, dice este hombre, que el martes estaba cortando troncos porque en su hogar se intercala la cocina a gas y a leña.
El tiempo es su mayor dificultad para recibir la dosis porque desde que la pandemia golpeó al país perdió su trabajo en una empresa de muebles y ahora labura para el día, limpiando lotes o en cualquier otra tarea eventual.
Se cuida de mantener una distancia prudente para conversar porque no quiere correr el riesgo de contagio, toda vez que hasta la fecha toda su familia está invicta del coronavirus. “Gracias a Dios el contagio aquí ha sido mínimo y no se ha sabido de fallecimientos”, dice Pérez.
Felipe Lijerón Montenegro, de 62 años, nacido en Samaipata, pero que radica hace años en Tipoy, tuvo que trasladarse al puesto de vacunación del módulo San Isidro, en la ciudad capital, tras que se enteró que la vacunación se abrió a su grupo etario.
“No hay vacuna por acá y por eso me fui hasta la ciudad. No quise esperar porque a veces uno dice para después y luego ya no se puede, como está sucediendo con la gente que está buscando la segunda dosis de la vacuna rusa. Acudí a tiempo y ahora ya tengo las dos dosis”, comenta.
Es un hombre sano y no tiene enfermedades de base, pero es consciente de que es mejor estar protegido porque el virus es impredecible y no se sabe cuándo ni a quién hará más daño. “Es mejor tener la vacuna porque en otros lados hasta jóvenes han fallecido a consecuencia del virus”, agrega.
Vive solo y es cuidadoso con la aplicación de todas las vacunas no solo por salud, sino también porque algunas empresas exigen como requisito tener todas las vacunas para dar un empleo.
Señala que cuando necesita atención médica acude al centro de salud de Pueblo Nuevo, que está por la zona del Plan Tres Mil, por lo que también ve necesario la apertura de un centro de salud en la comunidad o al menos la visita periódica de brigadas médicas.
Las hierbas medicinales, aliadas
Doña Justa Cabrera, capitana comunal de la Comunidad Indígena Guaraní El Jorori, un reducto del pueblo guaraní en la zona urbana, acaba de vencer el coronavirus. No se hizo la prueba de Covid-19, pero está segura que el coronavirus fue el causante de sus malestares que la tuvieron varios días en cama y casi la obligaron a acudir al hospital. Su nuera y uno de sus hijos también resultaron contagiados, pero con cuadros leves.
“Estoy esperando para hacerme vacunar, es que me dio el Covid-19”, dice cuando se le consulta si ya recibió la dosis contra el coronavirus. “Lo digo por los síntomas”, agrega casi de inmediato. “Me dio tos, fiebre, dolor de espalda, decaimiento del cuerpo y perdí el gusto,” dice, al indicar que afortunadamente el remedio lo tienen en casa, porque curó sus malestares con la medicina natural.
Su esposo, Gregorio Flores, conoce bien los beneficios de las hierbas medicinales y se encargó de preparar las infusiones y darle el tratamiento. “Me curé con medicinal natural. Él es mi doctor (su esposo), me hacía los baños y vahos con agua de guayaba, cutuquí y otras plantas; y cataplasma de hierbas”, cuenta.
En esa capitanía guaraní viven 70 familias guaraníes y todos recurren a las hierbas medicinales cuando alguna dolencia toca su puerta. Ellos también esperan que brigadas de salud se trasladen hasta allí para impulsar una campaña de vacunación.
Las medidas
La Gobernación va impulsando la vacunación en el área rural. En este sentido, a mediados de julio desplazó una brigada médica hasta la comunidad San Carlos de La Guardia, para inmunizar a los vivientes con la vacuna Janssen, que es de una sola dosis.
“Hemos empezado la vacunación directamente en las comunidades, así va a ser de aquí para adelante”, manifestó el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho.
Es precisamente este compromiso que los ciudadanos esperan que se cumpla en todos los rincones del departamento.
El Ministerio de Salud también inició la última semana de julio un plan piloto de rastrillaje puerta a puerta en Oruro, con el objetivo de incentivar la inmunización
Por su lado el presidente Luis Arce anunció la intención de que la distribución de vacunas contra el Covid-19 y de las pruebas de antígeno nasal se hará por medio de los gobiernos municipales para aumentar la velocidad de la inmunización que está en curso en el país.
LOS PROFESORES ESTÁN VACUNADOS Y LAS CLASES SON A DISTANCIA Y SEMIPRESENCIAL PARA EVITAR EL CONTAGIO DEL COVID-19
La mala cobertura de internet dificulta las clases virtuales en las unidades educativas de Tipoy y Jorori. En la primera los estudiantes todavía están con la modalidad a distancia, pero los profesores acuden a recibir las tareas de los estudiantes; mientras que, en la segunda, ya están en la semipresencial.
En Tipoy funciona el nivel inicial y primario, donde estudian alrededor de 200 alumnos. La directora Yoly Bernal acude al establecimiento a revisar las tareas de los estudiantes, incluso los papás se dan modos para llevar los cuadernos.
En este colegio trabajan siete profesores, de los cuales cuatro tiene ítems y tres son contratados por los padres de familia, pero todos se vacunaron y están haciendo las gestiones para que les aprueben las clases semipresenciales.
En Jorori funciona el nivel secundario, donde están con el sistema semipresencial y los estudiantes de secundaria pasan clases dos veces a la semana, pero los de primaria lo hacen tres. Según los padres de familia, ellos necesitan más apoyo.
Fuente: El Deber